Abundante misericordia, 22 de abril
En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh
Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
Salmos 9:10
.
Un alma a la cual Dios haya desamparado nunca se sentiría como
Ud.
se ha sentido y nunca amaría la verdad y la salvación como Ud. la
ha amado. Oh, si el Espíritu de Dios dejara de luchar con un alma ésta
es dejada en un estado de indiferencia, y siempre pensará que todo va
bastante bien... Ud. no debe complacer en lo más mínimo al enemigo
dudando y abandonando su confianza. Dijo el ángel: “Dios no abandona
a su pueblo, aunque se aparte de él. No se vuelve airado hacia ellos por
cualquier pequeñez. Si han pecado, tienen un abogado para con el Padre
a Jesucristo el Justo”.
Este Abogado intercede por los pecadores y el Padre acepta su ora-
ción. El no desoye el pedido de su Hijo amado. El que tanto lo amó que
dio su propia vida por Ud., no se apartará de Ud. ni lo abandonará a
menos que Ud., decidida y deliberadamente lo abandone a él para servir
al mundo y a Satanás. Jesús desea que Ud. vaya a él tal como es, sin
esperanza y desamparado, y se aferre de su sobreabundante misericordia,
y crea que él lo recibirá tal como Ud. es.
Ud. está espaciándose en el lado oscuro. Debe cambiar de manera
de pensar, y en vez de pensar todo el tiempo en la ira de Dios, piense
en su abundante misericordia, su disposición para salvar a los pobres
pecadores, y crea que él lo salva. Ud. debe, en el nombre de Dios, romper
este hechizo. Ud. debe clamar: “Yo quiero creer, ¡yo creo!” Jesús tiene
su nombre sobre su pectoral e intercede por Ud. ante su Padre, y si sus
ojos se abrieran vería ángeles celestiales ministrándole a Ud., volando
a su alrededor y rechazando a los malos ángeles para que no puedan
destruirlo... Tenga ánimo. Mire hacia arriba, crea y verá la salvación de
Dios.—
Carta 17, 1862
.
[122]
e una carta de consuelo para un corazón atribulado.
119