Gozo y consuelo, 8 de mayo
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi
boca.
Salmos 119:103
.
Dios nos ha dado en su Palabra una lámpara a los pies y una luz en el
camino. Sus enseñanzas tienen un peso decisivo en nuestra prosperidad
en todos los aspectos de la vida. Aun en las cosas temporales será una
guía más sabia que cualquier otro consejero...
El aprecio hacia la Biblia crece a medida que se la estudia. A cual-
quier parte [de ella] que se dirija, el estudiante hallará desplegada la
infinita sabiduría y el amor de Dios. Para el que está realmente converti-
do, la Palabra de Dios es el gozo y el consuelo de su vida. El Espíritu de
Dios le habla y su corazón llega a ser como un jardín bien regado.
No se ha planeado nada mejor para fortalecer el intelecto que el
estudio de la Biblia. Ningún otro libro tiene tanto poder de elevar los
pensamientos, dar vigor a las facultades como las amplias y ennoble-
cedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara la Palabra de Dios como
se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de
carácter que raramente pueden verse en estos tiempos.
Ningún conocimiento es tan firme, tan consistente, tan abarcante
como el que se obtiene del estudio de la Palabra de Dios. Si no hubiera
ningún otro libro en todo el mundo, la Palabra de Dios, vivida mediante
la gracia de Cristo, haría al hombre perfecto en este mundo, con un
carácter apto para la vida futura, inmortal. Los que estudian la Palabra,
recibiéndola por fe como la verdad, y recibiéndola en el carácter, se-
rán completos en Aquel que es todo en todos. Gracias a Dios por las
posibilidades que ofrece a la humanidad.
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras
tengamos esperanza”.
Romanos 15:4
.—
The Review and Herald, 11 de
junio de 1908
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