Página 174 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Atrévete a ser diferente, 9 de junio
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
1 Juan 2:15
.
Los que pretenden conocer la verdad y comprender la gran obra que
debe hacerse en este tiempo deben consagrarse a Dios en alma, cuerpo y
espíritu. En el corazón, en la vestimenta, en el lenguaje, en todo respecto
deben estar apartados de las modas y prácticas del mundo. Deben ser un
pueblo peculiar y santo. No es su vestimenta lo que los hace peculiares,
sino porque ellos son un pueblo peculiar y santo, no pueden llevar las
señales de la semejanza al mundo...
Muchos que se creen estar yendo al cielo, están cegados por el mundo.
Sus ideas de lo que constituye una religión y una disciplina religiosas
son vagas... Hay muchos que no tienen esperanza inteligente y están
corriendo un grave riesgo al practicar las mismas cosas que Jesús enseñó
que no debían hacer en comer, beber, vestir y atarse con el mundo en
una variedad de formas. Todavía deben aprender la seria lección tan
importante para el crecimiento en espiritualidad, de salir del mundo y
estar separados.
El corazón está dividido, la mente carnal apetece la conformidad,
la similitud al mundo en tantas maneras que la señal de distinción del
mundo apenas puede verse. El dinero, el dinero de Dios, se gasta para dar
una apariencia según las costumbres del mundo; la experiencia religiosa
está contaminada con mundanalidad, y la evidencia del discipulado—la
semejanza a Cristo en abnegación y en llevar la cruz—no es discernible
para el mundo o por el universo del cielo.—
Manuscrito 8, 1894
.
[La separación del mundo] no es la obra de un momento o de un
día; no se hace inclinándose en el altar familiar ofreciendo un servicio
nominal... Es la obra de toda una vida. El amor a Dios debe ser un
principio viviente que fundamente cada palabra, acto y pensamiento.—
The Review and Herald, 23 de octubre de 1888
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