Página 182 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Educando la lengua, 17 de junio
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea
buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los
oyentes.
Efesios 4:29
.
El apóstol, viendo la tendencia al abuso del don del habla, da ins-
trucciones en cuanto a su uso. “Ninguna palabra corrompida salga de
vuestra boca”, dice, “sino la que sea buena para la necesaria edificación”.
La palabra “corrompida” califica aquí toda palabra que haría una im-
presión desfavorable a los principios santos y a la religión sin mácula,
toda expresión que eclipsaría la visión de Cristo y borraría de la mente
la verdadera simpatía y amor. Incluye las sugerencias impuras, que, a
menos que sean resistidas al instante, llevarán a grave pecado. Sobre cada
persona descansa el deber de impedir el paso a las palabras corrompidas.
Es el propósito de Dios que la gloria de Cristo se vea en sus hijos.
En toda su enseñanza Cristo presentó principios puros y no adultera-
dos. No pecó, ni fue hallado engaño en su boca. Constantemente fluían
ennoblecedoras y santas verdades de sus labios. Habló como ningún
hombre habló, con un sentimiento que tocaba el corazón... La verdad
nunca languidecía en sus labios. Con intrepidez expuso la hipocresía de
sacerdotes y gobernantes, fariseos y saduceos...
En la Palabra de Dios se expone claramente la gran responsabilidad
encerrada en el don del habla. “Por tus palabras serás justificado, y
por tus palabras serás condenado” (
Mateo 12:37
), declaró Cristo. Y el
salmista pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién
morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y
habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace
mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”.
Salmos
15:1-3
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The Review and Herald, 12 de mayo de 1910
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