Palabras corteses, 22 de junio
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para
que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Colosenses 4:6
.
La cortesía es una de las gracias del Espíritu. Es un atributo del
cielo. Los ángeles nunca montan en cólera, nunca son envidiosos o
egoístas. Ninguna palabra dura o áspera sale de sus labios. Si hemos de
ser compañeros de los ángeles, también debemos ser refinados y corteses.
La verdad de Dios tiene el propósito de elevar al que la recibe, refinar
su gusto y santificar su juicio. Ningún hombre puede ser cristiano sin
tener el espíritu de Cristo, y si tiene el espíritu de Cristo lo manifestará
con una disposición refinada y cortés. Su carácter será santo, sus modales
gentiles, sus palabras sin engaño. Cultivará el amor que no se irrita, que
es tolerante y paciente, que espera todas las cosas y soporta todas las
cosas...
Los que profesan ser seguidores de Cristo y a la vez son rudos, po-
co amables y descorteses en palabra y conducta, no han aprendido de
Jesús... La conducta de algunos que se dicen cristianos es tan falta de
bondad y cortesía que lo mejor que hacen da la apariencia de mal. No
puede ponerse en duda su sinceridad, ni cuestionarse su rectitud; pero la
sinceridad y la rectitud no expiarán la falta de bondad y cortesía. El cris-
tiano debe mostrar simpatía además de ser veraz, y debe ser compasivo
y cortés a la par que correcto y honrado...
La verdadera cortesía, mezclada con la verdad y la justicia, hace la
vida no sólo útil, sino hermosa y fragante. Las palabras bondadosas, la
apariencia amable, un rostro alegre dan un encanto al cristiano que hace
su influencia casi irresistible. En el olvido del yo, en la luz, la paz y la
felicidad que está constantemente impartiendo a otros halla el verdadero
gozo.
Olvidémonos del yo tratando siempre de alegrar a otros, de aliviar sus
cargas mediante actos de tierna bondad y hechos de amor abnegado.—
The Signs of the Times, 16 de julio de 1902
.
[183]
183