Palabras bondadosas y amables, 23 de junio
Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar
palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará
mi oído para que oiga como los sabios.
Isaías 50:4
.
Cada cristiano debería ser lo que Cristo fue en su vida en esta tierra.
Él es nuestro ejemplo, no solamente en su pureza inmaculada, sino en su
paciencia, cortesía y disposición amigable. Era firme como una roca en
lo que atañía a la verdad y al deber, pero era invariablemente bondadoso
y cortés. Su vida fue una perfecta ilustración de la verdadera cortesía.
Tenía siempre una mirada amable y una palabra de consuelo para los
necesitados y oprimidos.
Su presencia traía una atmósfera más pura al hogar y su vida era
como levadura obrando entre los elementos de la sociedad. Inocente y
sin contaminación caminaba entre los indiferentes, los rudos, los descor-
teses; entre los injustos publicanos, los injustos samaritanos, los soldados
paganos, los rudos campesinos y la multitud mixta. Hablaba una pala-
bra de simpatía aquí, una palabra allí, al ver a los hombres cansados y
obligados a llevar pesadas cargas. Compartía sus cargas y les repetía las
lecciones que había aprendido de la naturaleza, del amor, de la miseri-
cordia y de la bondad de Dios. Trataba de inspirar esperanza en los más
rudos y poco promisorios poniendo ante ellos la seguridad de que podían
llegar a ser sin tacha y sin culpa, alcanzando un carácter que los haría
aparecer como hijos de Dios...
Jesús se sentó como huésped honrado en la mesa de los publicanos
mostrando por su simpatía y benevolencia que reconocía la dignidad de
la humanidad, y los hombres anhelaban llegar a ser dignos de su con-
fianza. Sus palabras caían sobre sus almas sedientas con poder bendito y
vivificante. Se despertaban nuevos impulsos y se abría la posibilidad de
una vida nueva ante esos parias de la sociedad... Un cristiano bondadoso
y cortés es el argumento más poderoso en favor del Evangelio.—
The
Signs of the Times, 16 de julio de 1902
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