Los lazos del matrimonio, 15 de julio
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré
ayuda idónea para él.
Génesis 2:18
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He leído a menudo estas palabras: “El matrimonio es una lotería”.
Algunos actúan como si creyeran en esa afirmación, y su vida de casados
testifica que así les ocurrió. Pero el verdadero matrimonio no es una
lotería. El matrimonio fue instituido en el Edén. Después de la creación
de Adán el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré
ayuda idónea para él”. Cuando el Señor trajo a Eva delante de Adán los
ángeles de Dios fueron testigos de la ceremonia. Pero hay pocas parejas
que están completamente unidas cuando se realiza la ceremonia matri-
monial. Las fórmulas que se pronuncian sobre los dos que pronuncian
los votos matrimoniales no hacen de ellos una unidad. La fusión de los
dos en matrimonio ha de hacerse en su vida futura. Puede ser una unión
realmente feliz si cada uno da al otro verdadero afecto del corazón.
Pero el tiempo quita al casamiento el romance con el cual la imagi-
nación lo había vestido, y entran en la mente pensamientos sugeridos por
Satanás. “No nos amamos el uno al otro como habíamos creído”. Quitad
eso de la mente. No os detengáis sobre eso. Que cada uno, olvidándose
de sí mismo, se niegue a sustentar las ideas que Satanás estaría contento
que acariciara. Trabajará para haceros suspicaces, celosos de cualquier
pequeñez que proporcione la más mínima ocasión para estorbar vuestros
afectos mutuos... Cuando haya pasado el romance piense cada uno, no
de manera sentimental, cómo podrá él o ella hacer de la vida de casados
lo que a Dios le agradaría que fuese.
La vida es un don precioso de Dios y no debe desperdiciarse en
quejas egoístas o en una más abierta indiferencia y desamor. Que el
esposo y la esposa traten juntos todas las cosas. Renuévense el uno al
otro las primeras atenciones, reconozcan sus faltas el uno al otro.—
Carta
76, 1894
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