Página 215 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Manteniendo vivo el amor, 18 de julio
Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el
Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con
ellas.
Colosenses 3:18, 19
.
Cuántos sinsabores y qué marea de ayes e infelicidad se evitaría si los
hombres, y también las mujeres, siguieran cultivando la consideración,
la atención y las bondadosas palabras de aprecio y las pequeñas cortesías
que mantuvo encendido el amor y que ellos consideraban necesarios
para conquistar a los compañeros de su elección. Si el marido y la mujer
siguieran cultivando esas atenciones que alimentan el amor, serían felices
en la compañía mutua y tendrían una influencia santificadora sobre sus
familiares. Tendrían en ellos mismos un pequeño mundo de felicidad y
no desearían salir de ese mundo a buscar nuevas atracciones y nuevos
objetos de amor...
Muchas mujeres anhelan palabras de amor y ternura y las atenciones
y cortesías comunes que les deben sus maridos quienes las han elegido
como compañeras de la vida... Son estas pequeñas atenciones y cortesías
lo que hacen la suma de la felicidad de la vida...
Si conserváramos la ternura del corazón en nuestras familias, si hu-
biera una noble, generosa deferencia hacia los gustos y opiniones del
uno al otro, si la esposa buscara oportunidades de expresar su amor en
actos de cortesía hacia su esposo, si éste manifestara la misma conside-
ración y bondadosos miramientos hacia la esposa, los hijos participarían
del mismo espíritu. La influencia penetraría el hogar, y ¡qué marea de
miseria se evitaría en las familias! ...
Cada pareja que une sus intereses de la vida debería tratar de hacer
la vida del otro tan feliz como sea posible. Lo que apreciamos tratamos
de conservarlo y de hacerlo más valiosos, si podemos.—
Carta 27, 1872
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