Página 226 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Un mensaje a los jóvenes, 29 de julio
Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra
de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.
1
Juan 2:14
.
Los niños y jóvenes, con sus frescos talentos, energías y ánimo, y su
rápida disposición para recibir las impresiones, son amados de Dios, y
él desea ponerlos en armonía con los agentes divinos... Nuestros hijos
están, por así decirlo, en la línea divisoria de los caminos. Por todas
partes las tentaciones del mundo al egoísmo y la complacencia propia
los llaman a salir del sendero señalado para los redimidos del Señor.
El que sus vidas sean una bendición o una maldición depende de la
elección que hagan... Pertenecen a Cristo. Son la posesión adquirida por
su sangre, el objeto de su amor. Viven porque él los guarda con su poder.
Su tiempo, su fuerza, sus capacidades son suyos, para que se desarrollen,
se preparen y se usen para él...
Jóvenes y señoritas, acopiad conocimiento... Seguid tendiendo a altu-
ras cada vez mayores. Lo que tiene valor ahora es la habilidad de ejercitar
al máximo las facultades de la mente y del cuerpo, manteniendo a la vista
las realidades eternas. Buscad al Señor con todo fervor para que lleguéis
a ser cada vez más refinados, más cultivados espiritualmente. Entonces
tendréis el mejor diploma que alguien pueda poseer: la aprobación de
Dios.
Sean grandes o pequeños vuestros talentos, recordad que lo que
tenéis no es vuestro sino que solamente os ha sido confiado. Así Dios os
está probando, dándoos una oportunidad de mostrar vuestra fidelidad...
A él pertenecen las facultades de vuestro cuerpo, de vuestra mente y de
vuestra alma, y para él debéis usarlas. Vuestro tiempo, vuestra influencia,
vuestras habilidades, vuestro talento—de todo ello habéis de dar cuenta
al que todo lo da...
Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes,
bien preparados, podría proporcionar, ¡cuán pronto se proclamaría al
mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a
venir!—
The Review and Herald, 16 de mayo de 1912
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