Sojuzgando el egoísmo, 13 de agosto
Como también yo en todas las cosas agrado a todos, no
procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean
salvos.
1 Corintios 10:33
.
Hay en los corazones de muchos un elemento de egoísmo que se
adhiere a ellos como la lepra. Han consultado por tanto tiempo sus
propios deseos, su propia complacencia y comodidad, que no sienten
que hay otros que los necesitan. Sus pensamientos, planes y esfuerzos
son para sí mismos. Viven para el yo y no cultivan la benevolencia
desinteresada, la cual, si se ejercita, se acrecentaría y fortalecería, hasta
que sería su deleite vivir para el bien de otros. Su egoísmo debe ser
discernido y sojuzgado, ya que es un pecado atroz a la vista de Dios.
Necesitan ejercitar un mayor y especial interés por la humanidad. Si lo
hacen, colocarán sus almas en una más estrecha conexión con Cristo y
serán imbuidos con su espíritu... El Señor nos ha elegido como canales a
través de los cuales pueda comunicar sus bendiciones.—
Manuscrito 99,
1902
.
Viene el tiempo cuando temblará la tierra y será removida como
una choza.
Isaías 24:20
. Pero los pensamientos, los propósitos y los
actos de los obreros de Dios, aunque ahora sean invisibles aparecerán
en el gran día final de la retribución y de la recompensa. Cosas ahora
olvidadas entonces aparecerán como testigos, ya sea para aprobación o
para condenación.
El amor, la cortesía, la abnegación, jamás se perderán. Cuando alguno
es elegido por Dios es cambiado de la mortalidad a la inmortalidad. Sus
palabras y actos de bondad se manifestarán y serán preservados por las
edades sin fin. Ningún acto de servicio abnegado, por pequeño o simple
que sea, se pierde jamás. Por medio de los méritos imputados de la
justicia de Cristo, la fragancia de tales palabras y acciones es preservada
para siempre.—
The Review and Herald, 10 de marzo de 1904
.
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