Página 258 - En los Lugares Celestiales (1968)

Basic HTML Version

Nuestra gloriosa tarea, 29 de agosto
Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su
salvación. Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los
pueblos sus maravillas.
Salmos 96:2, 3
.
La grande y gloriosa tarea encomendada a nosotros para tomar parte
en el plan de salvación es maravillosamente elevada y gloriosa. No
podemos pesar sus méritos. Debemos caminar por fe. Y cuando nos
esforcemos en apreciar las posibilidades y comprendamos la inmensidad
del plan de salvación, es nuestro privilegio orar con el apóstol Pablo que
podamos ser capaces de “comprender con todos los santos cuál sea la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor
de Cristo, que excede a todo conocimiento”.
Efesios 3:18, 19
. Elevadlo
[a Cristo], el Hombre del Calvario. Dejad que la mente se detenga en
las bellezas de su carácter, mientras en la contemplación vosotros sois
cambiados a su misma imagen. Una vida de oración y fe nos guía a
hablar de su nombre y contar de su poder...
La genuina conversión unirá nuestros corazones en fe y amor. Nos
enseñará a afirmar nuestra confianza en Aquel que es nuestra única
esperanza. Por la conversión uniremos nuestra debilidad con la fortaleza
de Dios, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus
méritos, nuestra pobreza con sus ilimitadas riquezas, nuestro desamparo
con su constante poder.—
Carta 28, 1907
.
Debemos investigar la Palabra de Dios, haciéndola una parte de
nosotros mismos. Un espíritu de humildad, el espíritu de Cristo, nos
ayudará a conocer a Aquel que nos ha llamado a la gloria y la virtud.
Si entretejemos la verdad dentro del diario vivir, como debiéramos,
avanzaríamos cada vez más alto, obteniendo una comprensión cada vez
más clara de la revelación de Dios. Debiéramos ensalzarlo en cantos
de alabanza. Por medio del salmista, Cristo declaró: “En medio de la
congregación te alabaré”.
Salmos 22:22
. Su voz fue la nota tónica del
universo ... Su admirable sacrificio por la raza humana nos ayuda a
comprender el amor de Dios.—
Ibid
.
[251]
254