En la hora del dolor, 22 de septiembre
Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus
misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los
hijos de los hombres.
Lamentaciones 3:32, 33
.
Este mundo es el escenario de nuestras pruebas, nuestros dolores,
nuestros pesares. Estamos aquí para soportar la prueba de Dios. El
fuego del horno debe avivarse hasta que nuestra escoria sea consumida y
salgamos como oro purificado en el horno de la aflicción... Saldrá luz de
estas tinieblas que a veces a Ud. le parecen incomprensibles. “Jehová
dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”.
Job 1:21
. Sea éste
el lenguaje de su corazón. La nube de misericordia se cierne sobre su
cabeza aun en la hora más oscura. Los beneficios de Dios para nosotros
son tan numerosos como las gotas de lluvia que caen de las nubes a
la tierra reseca para regarla y refrescarla. La misericordia de Dios está
sobre Ud.
María, querida y preciosa niña, descansa. Ella fue la compañera de
sus dolores y frustradas esperanzas. No tendrá más aflicción o necesidad
o angustia. Mediante el ojo de la fe, Ud. puede anticipar, en medio de sus
dolores y angustias y perplejidades, que su María con su madre y otros
miembros de su familia responderán al llamamiento del Dador de la vida
y saldrán de su cárcel triunfando sobre la muerte y la tumba. Su fe puede
ver a los amados que una vez perdió reunidos entre los redimidos de la
tierra. Ud., antes de mucho, si es fiel, estará caminando con ellos por
las calles de la Nueva Jerusalén, cantando el cántico de Moisés y del
Cordero, llevando la enjoyada corona...
Si pudieran ser abiertos sus ojos, vería a su Padre celestial inclinado
sobre Ud. con amor, y si pudiera escuchar su voz, sería en tonos de
compasión hacia Ud. que está postrado por el sufrimiento y la aflicción.—
Carta 71, 1878
.
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e una carta de consuelo a un enlutado por haber perdido a su única hija.
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