¿Dónde tenéis vuestra mira? 27 de octubre
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra.
Colosenses 3:1, 2
.
Podemos anticiparnos en demasía en cuanto a las cosas de esta
vida, y encontrarnos con frustraciones. Hallaremos que ellas [nuestras
previsiones] se desvanecen. Pero aquí hay “una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.
1
Pedro 1:4
. Tenemos necesidad de que nuestros pensamientos se arraiguen
en las cosas que permanecerán, no sobre aquellas que se gastan con el
uso. Si establecemos nuestra esperanza en el mundo inmortal, futuro, no
seremos chasqueados.
Cuando Cristo vino a este mundo, vio que los hombres habían dejado
fuera de sus cálculos a la vida eterna, futura. Vino para presentar esa
vida delante de nosotros, para que con su contemplación pudiéramos ser
guiados a cambiar nuestra relación con las cosas de esta vida, para que
nuestros afectos pudieran ser puestos en las cosas de arriba, y no en las
cosas de la tierra, que se desvanecen tan pronto Cristo trata de desvanecer
la sombra que Satanás ha originado, para interferir entre nuestras almas
y Dios, para que la visión de Dios y la eternidad pueda ser clara. Aunque
Cristo no desprecia este mundo, lo coloca en su adecuada posición de
subordinación. Y entonces pone las cosas eternas en su importancia
relativa delante de nosotros, para que podamos fijar la mirada de la fe en
lo invisible. Las cosas de interés temporal tienen el poder de absorber
los pensamientos y los afectos, y es importante que constantemente
encaucemos y eduquemos nuestros pensamientos a espaciarse en las
cosas de interés eterno ... Mientras más del Espíritu de Dios y de su
gracia sea llevado dentro de nuestra experiencia diaria, habrá menos
disensión, tendremos más gozo y lo impartiremos más a otros.—
The
Review and Herald, 8 de marzo de 1892
.
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