El don que todos pueden poseer, 25 de noviembre
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo
que yo os he dicho.
Juan 14:26
.
El Consolador que Cristo prometió enviar después de su ascensión
al cielo es el Espíritu en toda la plenitud de la Deidad, poniendo de
manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben y creen
en Cristo como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes en el
trío celestial; en el nombre de esos tres grandes poderes—el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo—los que reciben a Cristo por medio de una fe
viviente son bautizados, y esos poderes cooperarán con los obedientes
súbditos del cielo en sus esfuerzos por vivir una nueva vida en Cristo.—
Evangelism, 615
.
Los que han tenido el privilegio de oír la verdad y han sido conmovi-
dos por el Espíritu Santo para recibir las Santas Escrituras como la voz
de Dios, no tienen excusa por convertirse en enanos en la vida religiosa.
Mediante el ejercicio de la facultad que Dios les ha concedido, han de
aprender diariamente y cada día recibir el fervor y poder espirituales que
han sido provistos para todo verdadero creyente.
Si hemos de ser plantas que crecen en el jardín del Señor, debemos
tener una provisión constante de vida y celo espirituales.
Entonces el crecimiento se echará de ver en la fe y el conocimiento
de nuestro Señor Jesucristo. No hay un lugar a mitad de camino donde
podamos renunciar a nuestra responsabilidad y tomarnos un descanso.
Hemos de mantenernos avanzando hacia el cielo, desarrollando un sólido
carácter religioso. La medida del Espíritu Santo que recibamos será
proporcional a la medida de nuestro deseo y a la fe que ejerzamos por
él, y al uso que hagamos de la luz y el conocimiento que nos sean
concedidos...
Aquel que busca verdaderamente la preciosa gracia de Cristo puede
estar seguro de que no será chasqueado. Esta promesa nos ha sido dada
por Aquel que no nos engañará.—
The Review and Herald, 5 de mayo de
1896
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