Gloria indescriptible, 17 de diciembre
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2:9-11
.
La sabiduría y la gloria del Padre fulguran en su majestad [la de
Cristo]. Él es sublime y precioso para todos los que creen. Pero su propia
gloria personal, ¿quién puede describirla? Viene con su naturaleza divina
claramente revelada—él, que fue negado y rechazado por los hombres,
que compareció ante el tribunal de Pilato como un criminal...
Cristo es ahora reconocido como el Rey de gloria. “¡Bendito el que
viene en el nombre del Señor!”
Mateo 21:9
. La cuestión de su divinidad
ha sido definida para siempre. ¿Dónde están los que mantuvieron atado
al Salvador ante el tribunal de Pilato, los que lo hirieron en el rostro, los
que lo azotaron, los que introdujeron los clavos en sus manos y pies? ¿los
que se mofaron de él, diciendo, “a otros salvó, a sí mismo no se puede
salvar...”? ¿Dónde está el brazo mezquino que se ha de levantar contra él
ahora? Ha cambiado la escena. Ante el nombre de Jesús se doblará toda
rodilla, y toda lengua confesará que Jesús es el Cristo, Señor del cielo y
de la tierra... Los ángeles del cielo se inclinan en adoración ante él. Sus
enemigos disciernen el error que han cometido y toda lengua confiesa su
divinidad.
La gloria de la humanidad de Cristo no se dejó ver cuando estuvo
en la tierra. Fue considerado un varón de dolores y experimentado en
quebrantos. Por así decirlo, escondimos de él el rostro. Pero él seguía
el sendero del plan que Dios había trazado. La misma humanidad apa-
rece ahora mientras desciende del cielo revestido de gloria, triunfante,
sublime.—
Carta 90, 1898
.
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