La recompensa del alma victoriosa, 23 de diciembre
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las
estrellas a perpetua eternidad.
Daniel 12:3
.
Cuando pienso en esas palabras de Daniel, me sorprendo a mí misma
despierta en la noche y repitiéndolas una y otra vez: “Los entendidos
resplandecerán como el firmamento; y los que enseñan la justicia a la
multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Mirad el sol y las
estrellas puestos en orden en los cielos, y conocidos por sus nombres.
El Señor dice: Los que enseñan la justicia a la multitud brillarán como
estrellas por la eternidad.—
Manuscrito 83, 1886
.
A fin de determinar cuán importantes son los intereses que entraña la
conversión del alma del error a la verdad, debemos apreciar el valor de la
inmortalidad; debemos comprender cuán terribles son los dolores de la
segunda muerte; debemos apreciar el honor y la gloria que aguardan a los
redimidos, y entender lo que es vivir en la presencia de Aquel que murió
para que pudiese elevar y ennoblecer al hombre, y dar a los vencedores
una diadema real.
Las mentes finitas no pueden estimar plenamente el valor de un
alma. ¡Con cuánta gratitud recordarán los rescatados y glorificados a
aquellos que hayan sido instrumentos de su salvación! Nadie lamentará
entonces sus esfuerzos abnegados y labores perseverantes, su paciencia,
longanimidad y fervientes anhelos por las almas que podrían haberse
perdido si hubiese descuidado su deber o se hubiese cansado de hacer el
bien.
Entonces los que sean dignos de ir vestidos de blanco se hallarán
reunidos en el redil del gran Pastor. Desde su trono, el Cordero saludará
al obrero fiel y al alma salvada por su labor y los conducirá al árbol
de la vida y a la fuente de aguas vivas. ¡Con qué gozo contemplará el
siervo de Cristo esos redimidos, que podrán compartir la gloria de su
Redentor!—
Joyas de los Testimonios 2:264
.
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