Página 55 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Bajo el yugo de Cristo, 16 de febrero
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas.
Mateo 11:28, 29
.
Nuestro Salvador compró la raza humana con la humillación más
extrema... Nos indica el único camino que lleva a la puerta estrecha, que
da al sendero angosto más allá del cual hay amplios y hermosos prados.
Él ha señalado cada paso del sendero, y para que nadie se equivoque,
él nos dice qué tenemos que hacer. “Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga”.
Mateo 11:29, 30
. Esta es la única manera en la cual pueden
ser salvados los pecadores. Sabiendo que nadie puede obedecer esta
orden con su propia fuerza, Cristo nos dice que no nos preocupemos ni
desmayemos, sino que recordemos lo que él puede hacer si acudimos a
él, confiando en su poder. Dice: Si tomáis el yugo juntamente conmigo,
vuestro Redentor, yo seré vuestra fuerza, vuestra suficiencia.
Las bendiciones implicadas en esta invitación de Cristo sólo podrán
ser experimentadas y gozadas por aquellos que toman el yugo de Cristo.
Al aceptar esta invitación retiramos nuestra simpatía, nuestro afecto,
del mundo, y los ponemos donde podamos gozar de la bendición del
íntimo compañerismo y comunión con Dios. Al acudir a Cristo uniremos
nuestros intereses con los suyos...
Él nos invita: Venid a mí. Llevad mi yugo sobre vosotros. No os pido
que hagáis nada que yo no haya hecho antes. Todo lo que os pido es que
sigáis mi ejemplo. Caminad por el sendero que yo he trazado. Poned
vuestros pies en mis pisadas.—
The Review and Herald, 23 de octubre
de 1900
.
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