Página 70 - En los Lugares Celestiales (1968)

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Pidámosle a Dios, 1 de marzo
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el
cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Santiago 1:5
.
Es el privilegio de cada creyente hablar primero con su Dios en su
intimidad, y luego, como vocero de Dios, hablar con otros. Para tener algo
que impartir, debemos recibir diariamente luz y bendiciones. Hombres y
mujeres que tienen comunión con Dios, que tienen a Cristo morando en
ellos, que estén circundados de santa influencia porque colaboran con
santos ángeles, son los que se necesitan en este tiempo. La causa necesita
a aquellos que tienen poder de trabajar con Cristo, poder de expresar el
amor de Dios en palabras de ánimo y simpatía.
Cuando el creyente se inclina en súplica ante Dios, y en humildad y
contrición ofrece su petición con labios no fingidos, pierde todo pensa-
miento egoísta. Su mente se llena del pensamiento de qué debe poseer
para poder construir un carácter semejante a Cristo. El ora: “Señor, si
debo ser un canal a través del cual tu amor debe fluir día tras día y hora
tras hora, reclamo por la fe la gracia y el poder que tú has prometido”.
Se aferra firmemente de la promesa: “Si alguno de vosotros tiene falta
de sabiduría, pídala a Dios, ... y le será dada”.
¡Cuánto se agrada el Maestro con esta dependencia! ¡Cómo se deleita
en oír la súplica ferviente e incesante! ... Con gracia maravillosa y
ennoblecedora el Señor santifica al humilde rogante, dándole poder
para cumplir con las más pesadas responsabilidades. Todo lo que se
emprende se hace para el Señor, y esto eleva y santifica la petición más
insignificante. Reviste de nueva dignidad cada palabra, cada acto, y une
al más humilde obrero, al más pobre de los siervos de Dios con el mayor
de los ángeles de las cortes celestiales...—
The Review and Herald, 4 de
marzo de 1909
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