¿A quién acepta Dios? 2 de marzo
Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que
tiembla a mi palabra.
Isaías 66:2
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Los que buscan la aprobación y la gloria del mundo cometen un
lamentable error. El que se niegue a sí mismo, dando la preferencia a
otros, será quien se siente más cerca de Cristo en su trono. El que lee
el corazón ve el verdadero mérito que poseen sus humildes y abnega-
dos discípulos, y los pone en posiciones destacadas porque son dignos,
aunque ellos no se den cuenta de ello ni busquen honores...
Dios no asigna ningún valor a la apariencia exterior o a la jactancia.
Muchos que en esta vida son considerados superiores a otros verán
un día que Dios avalúa a los hombres de acuerdo con la compasión
y abnegación que tienen... Los que siguen el ejemplo del que anduvo
haciendo bienes, los que ayudan y bendicen a sus prójimos, tratando
siempre de aliviarlos, están a la vista de Dios infinitamente más altos
que los egoístas que se exaltan a sí mismos.
Dios no acepta a los hombres debido a sus capacidades, sino porque
éstos buscan su rostro, deseosos de su ayuda. Dios no ve como ve el
hombre. No juzga según las apariencias. Investiga el corazón y juzga
rectamente. “Pero miraré”, declara, “a aquel que es pobre y humilde
de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. El acepta y comulga con sus
seguidores humildes y modestos; porque en ellos ve el material más
precioso que resistirá la prueba de la tormenta y de la tempestad, del
calor y de la presión.
Nuestro objeto al trabajar por el Maestro debería ser que su nombre
sea glorificado en la conversión de los pecadores. Los que trabajan para
ganar aplausos no son aprobados por Dios...
Los obreros humildes, que no confían en sus grandes dones pero que
trabajan con sencillez, confiando siempre en Dios, compartirán el gozo
del Salvador.—
The Review and Herald, 4 de julio de 1907
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