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Eventos de los Últimos Días
Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la pro-
mesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y
confesaron su incredulidad [...]. Los discípulos oraron con intenso
fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en
su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a
Cristo. Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía,
se unieron en estrecho compañerismo cristiano.—
Los Hechos de los
Apóstoles, 29-30 (1911)
.
El Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron
llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto
más elevado.—
Joyas de los Testimonios 3:210-211 (1904)
.
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el
comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados.
Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la
iglesia fiel.—
Los Hechos de los Apóstoles, 45 (1911)
.
Consecuencias de la lluvia temprana en Pentecostés
Bajo la influencia del Espíritu, las palabras de arrepentimiento y
confesión se mezclaban con cantos de alabanza por el perdón de los
pecados [...]. Miles se convirtieron en un día [...].
[159]
El Espíritu Santo [...] los habilitaba para hablar con facilidad
idiomas antes desconocidos para ellos [...]. El Espíritu Santo hizo
por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo
en todo el curso de su vida.—
Los Hechos de los Apóstoles, 31-32
(1911)
.
Sus corazones estaban sobrecargados con una benevolencia tan
plena, tan profunda, de tanto alcance, que los impelía a ir hasta los
confines de la tierra, para testificar del poder de Cristo.—
Los Hechos
de los Apóstoles, 37-38 (1911)
.
¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día
de Pentecostés? Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron
llevadas a las más alejadas partes del mundo habitado [...]. La iglesia
veía afluir a ella conversos de todas direcciones. Los apóstatas se
reconvertían [...]. La ambición de los creyentes era revelar la seme-
janza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de
su reino.—
Los Hechos de los Apóstoles, 39-40 (1911)
.