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Las siete últimas plagas y los justos
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el domingo no es honrado como debiera serlo.—
The Review and
Herald, 17 de septiembre de 1901
.
Se demandará con insistencia que no se tolere a los pocos que
se oponen a una institución de la iglesia y a una ley del Estado;
pues vale más que esos pocos sufran y no que naciones enteras
sean precipitadas a la confusión y anarquía. Este mismo argumento
fue presentado contra Cristo hace mil ochocientos años por los
“príncipes del pueblo” [...]. Este argumento parecerá concluyente.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 673 (1911)
.
Muerte para todos los que no honren el domingo
Se promulgó un decreto para matar a los santos, lo cual los
hizo clamar día y noche por su libramiento.—
Primeros Escritos, 36
(1851)
.
Así como Nabucodonosor, el rey de Babilonia, emitió un decreto
por el cual todos los que no se postrasen y adorasen su imagen serían
muertos, de la misma manera se proclamará que todos los que no
reverencien la institución del domingo serán castigados con prisión
y muerte [...]. Que todos lean cuidadosamente el
capítulo 13
de
Apocalipsis, porque afecta a todo ser humano, grande o pequeño.—
Manuscript Releases 14:91 (1896)
.
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El tiempo de angustia está por llegar para el pueblo de Dios. Será
entonces cuando se promulgará el decreto prohibiendo comprar o
vender a los que guardan el sábado del Señor, y que los amenazará
con castigos, y aun la muerte, si no observan el primer día de la
semana como día de reposo.—
En Lugares Celestiales, 346 (1908)
.
Unidos los poderes de la tierra para hacer la guerra a los man-
damientos de Dios, decretarán que todos los hombres, “Pequeños
y grandes, ricos y pobres, libres y siervos” (
Apocalipsis 13:16
), se
conformen a las costumbres de la iglesia y observen el falso día
de reposo. Todos los que se nieguen a someterse serán castigados
por la autoridad civil, y finalmente se decretará que son dignos de
muerte.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 662 (1911)
.
La ira del hombre se despertará en forma especial contra aquellos
que santifican el sábado del cuarto mandamiento; y al fin un decreto
universal los denunciará como merecedores de muerte.—
La Historia
de Profetas y Reyes, 376 (1914)
.