Las siete últimas plagas y los justos
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no habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y
decir: Alcancé plenamente el blanco. La santificación es el resultado
de la obediencia prestada durante toda la vida.—
Los Hechos de los
Apóstoles, 448 (1911)
.
Debe mantenerse una guerra constante contra la mente carnal; y
la influencia refinadora de la gracia de Dios debe ayudarnos, la cual
atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar en temas puros
y santos.—
Testimonies for the Church 2:479 (1870)
.
Podemos crear un mundo irreal en nuestra mente o imaginar una
iglesia ideal, donde las tentaciones de Satanás no nos impulsen más
al mal; pero la perfección solo existe en nuestra imaginación.—
The
Review and Herald, 8 de agosto de 1893
.
Cuando los seres humanos reciban la carne santificada, no per-
manecerán en la tierra, sino que serán llevados al cielo. Si bien es
cierto que el pecado es perdonado en esta vida, sus resultados no son
ahora suprimidos por completo. Es en ocasión de su venida cuando
Cristo “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que
sea semejante al cuerpo de la gloria suya”.—
Mensajes Selectos 2:38
(1901)
.
Los 144.000
Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que
nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es
el cántico de Moisés y del Cordero, un canto de liberación. Ninguno
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sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico,
pues es el cántico de su experiencia—una experiencia que ninguna
otra compañía ha conocido jamás. Son “estos, los que siguen al
Cordero por donde quiera que fuere”. Habiendo sido trasladados
de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para
Dios y para el Cordero”.
Apocalipsis 15:2-3
;
14:1-5
. “Estos son los
que han venido de grande tribulación”; han pasado por el tiempo
de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han
sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin
intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 707 (1911)
.
No es su voluntad que entren en controversias por cuestiones
que no los ayudarán espiritualmente, tales como: ¿Quiénes han de