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El regreso de Cristo
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Pronto oímos la voz de Dios
semejante al ruido de muchas
aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús. Los
144.000 santos vivientes reconocieron y entendieron la voz; pero los
malvados se figuraron que era fragor de truenos y de terremoto.—
Primeros Escritos, 15 (1851)
.
Al declarar Dios el día y la hora de la venida de Jesús y conferir
el sempiterno pacto a su pueblo, pronunciaba una frase y se detenía
mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la tierra. El
Israel de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando
las palabras según iban saliendo de los labios de Jehová y retumba-
ban por toda la tierra con el estruendo de horrísonos truenos. Era
un espectáculo pavorosamente solemne. Al final de cada frase los
santos exclamaban: “¡Gloria! ¡Aleluya!” Estaban sus semblantes
iluminados por la gloria de Dios, y refulgían como el rostro de Moi-
sés al bajar del Sinaí. Los malvados no podían mirarlos porque los
ofuscaba el resplandor. Y cuando Dios derramó la sempiterna bendi-
ción sobre quienes le habían honrado santificando el sábado, resonó
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un potente grito de victoria sobre la bestia y su imagen.—
Primeros
Escritos, 285-286 (1858)
.
No tengo el menor conocimiento en cuanto el tiempo menciona-
do por la voz de Dios. Oí cuando proclamaba la hora, pero no tuve el
recuerdo de esa hora después que salí de la visión. Escenas tan emo-
cionantes y de un interés tan solemne pasaron ante mí, que ningún
lenguaje puede describir. Todo fue una realidad viviente para mí,
pues directamente relacionada con esta escena apareció la gran nube
blanca sobre la cual estaba sentado el Hijo del hombre.—
Mensajes
Selectos 1:86 (1888)
.
El terror de los perdidos
Cuando la tierra se bambolee como un ebrio, cuando los cielos se
estremezcan y venga el gran día del Señor, ¿quién podrá estar firme?
Una cosa verán temblando de agonía, de la cual procurarán escapar
en vano. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”.
Apocalipsis 1:7
. Los que no están salvos pronuncian desesperadas
imprecaciones a la naturaleza muda, su dios: “Montes y [...] peñas:
La voz de Dios se oye repetidamente durante el período que precede inmediatamente
al regreso de Cristo. Ver
El conflicto de los siglos, 690-691, 694-695, 698-699
.