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Las ciudades
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cerca, donde moran multitudes que no han sido amonestadas ni sal-
vadas. Nuestras ciudades en todas partes necesitan que los siervos de
Dios hagan una labor ferviente y entusiasta.—RH, 17 de noviembre
de 1910.
No todos pueden abandonar las ciudades todavía
Siempre que se pueda, es deber de los padres establecer un hogar
en el campo para beneficiar a sus hijos.—
El hogar adventista, 125
(1906)
.
A medida que transcurra el tiempo, cada vez será más necesa-
rio que nuestro pueblo salga de las ciudades. Durante años hemos
recibido la instrucción de que nuestros hermanos y hermanas, y
especialmente las familias con hijos, deberían planear salir de las
ciudades a medida que puedan hacerlo. Muchos tendrán que trabajar
laboriosamente para ayudar a abrir el camino. Pero hasta que sea
posible salir, durante todo el tiempo que permanezcan en ellas, debe-
rían ocuparse activamente en el trabajo misionero, por muy limitada
que sea su esfera de influencia.—
Mensajes Selectos 2:413 (1906)
.
Está aumentando la maldad en nuestras ciudades y cada vez
resulta más evidente que aquellos que permanecen en ellas innecesa-
riamente, arriesgan la salvación de su alma.—
Christian Leadership,
9 (1907)
.
Ciudades y pueblos están sumidos en el pecado y la corrupción
moral, aunque hay hombres como Lot en cada Sodoma.—
Joyas de
los Testimonios 2:417 (1900)
.
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En las ciudades se necesitan escuelas, iglesias y restaurantes
Mucho más se puede hacer para salvar y educar a los niños de
los que en la actualidad no pueden salir de las ciudades. Este es un
asunto digno de nuestros mejores esfuerzos. En las ciudades han
de establecerse escuelas de iglesia, y en relación con esas escuelas
deben trazarse planes para la enseñanza de estudios más avanzados
cuando haya demanda de ellos.—
Conducción del Niño, 286-287
(1903)
.
Nuestros restaurantes deben estar en las ciudades, porque de
otro modo los obreros que trabajan en ellos no podrían alcanzar a la