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La herencia de los santos
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Un lugar real y tangible
¡Qué fuente de gozo para los discípulos el saber que tenían en el
cielo un Amigo que intercedía en su favor! Gracias a la ascensión
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visible de Cristo, cambiaron todas sus opiniones y conceptos refe-
rentes al cielo. Anteriormente lo habían imaginado como una región
de espacio ilimitado, habitada por espíritus sin sustancia. Ahora
relacionaban el cielo con el pensamiento de Jesús, a quien habían
amado y reverenciado por encima de todos los demás, con quien
habían conversado y viajado, a quien habían tocado, incluso en su
cuerpo resucitado...
El cielo no podía aparecerles más como un espacio indefinido,
incomprensible, lleno de espíritus intangibles. Ahora lo conside-
raban como su futuro hogar, donde su amante Redentor les estaba
preparando mansiones.—
The Spirit of Prophecy 3, 262 (1878)
.
El temor de hacer aparecer la futura herencia de los santos de-
masiado material ha inducido a muchos a espiritualizar aquellas
verdades que nos hacen considerar la tierra como nuestra morada.
Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para
ellos en la casa de su Padre.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los
Siglos, 733 (1911)
.
En la tierra renovada, los redimidos participarán en las ocu-
paciones y los placeres que daban felicidad a Adán y Eva en el
principio.—
La Historia de Profetas y Reyes, 540 (1914)
.
Gloria indescriptible
Vi la hermosura y la gloria extraordinaria de Jesús. Su rostro era
más brillante que el sol al mediodía. Su manto era más blanco que el
blanco más blanco. ¡Cómo podría... describiros las glorias del cielo
y a los amantes ángeles cantando y tocando sus decacordios!—
Carta
3, 1851
.
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No me es posible describir las maravillas que vi. ¡Oh, si yo
supiera el idioma de Canaán! ¡Entonces podría contar algo de la
gloria del mundo mejor!—
Primeros Escritos, 19 (1851)
.
Las palabras son demasiado pobres para intentar una descrip-
ción del cielo. Siempre que se vuelve a presentar ante mi vista, el
espectáculo me anonada de admiración. Arrobada por el insuperable