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La herencia de los santos
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gloria del Rey Jesús. Luego entramos en un campo lleno de toda
clase de animales: el león, el cordero, el leopardo y el lobo, todos
vivían allí juntos en perfecta unión. Pasamos por en medio de ellos,
y nos siguieron mansamente.
De allí fuimos a un bosque, no sombrío como los de la tierra
actual, sino esplendente y glorioso en todo. Las ramas de los árboles
se mecían de uno a otro lado, y exclamamos todos: “Moraremos
seguros en el desierto y dormiremos en los bosques”. Atravesamos
los bosques en camino hacia el monte de Sión...
Sobre el monte había un hermoso templo... Toda clase de árboles
hermoseaban los alrededores del templo: el boj, el pino, el abeto, el
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olivo, el mirto, el granado y la higuera doblegada bajo el peso de sus
maduros higos, todos embellecían aquel paraje...
Vi una mesa de plata pura, de muchos kilómetros de longitud, y
sin embargo nuestra vista la abarcaba toda. Vi el fruto del árbol de
la vida, el maná, almendras, higos, granadas, uvas y muchas otras
especies de frutas. Le rogué a Jesús que me permitiese comer del
fruto.—
Primeros Escritos, 18-19 (1851)
.
El vigor de la eterna juventud
Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en
ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud
resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco
inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los
hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota
la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan
con la lozanía y el vigor de eterna juventud... Reintegrados en su
derecho al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido Edén,
los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza
humana en su gloria primitiva.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de
los Siglos, 702-703 (1911)
.
Si Adán, en su creación, no hubiese sido dotado con una fuerza
vital veinte veces mayor que la que los hombres tienen ahora, la
raza, con sus hábitos actuales en contravención de la ley natural, ya
se habría extinguido.—
Testimonies for the Church 3:138 (1872)
.
Nadie necesitará ni deseará descanso. No habrá quien se canse
haciendo la voluntad de Dios ni ofreciendo alabanzas a su nombre.
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