Página 59 - Eventos de los

Basic HTML Version

La iglesia de Dios de los últimos días
55
verdaderamente elegidos de Dios para ser sus representantes.—
Joyas
de los Testimonios 3:251-252, 254 (21 de abril de 1903)
.
La historia de Israel es una advertencia para nosotros
En estos últimos días el pueblo de Dios será expuesto a los mis-
mos peligros que enfrentó el antiguo Israel. Aquellos que no reciban
las advertencias que Dios da, caerán en los mismos peligros en los
que cayó el antiguo Israel y no entrarán en el descanso debido a su
incredulidad. El antiguo Israel sufrió calamidades debido a sus cora-
zones no santificados y sus voluntades indóciles. Su rechazo final
como nación fue el resultado de su propia incredulidad, confianza
propia, impenitencia, ceguera de mente y dureza de corazón. En su
historia tenemos una señal de peligro que se levanta ante nosotros.
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón
malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo... Porque somos
hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta
el fin nuestra confianza del principio”.
Hebreos 3:12, 14
.—
Carta 30,
1895
.
La iglesia militante es imperfecta
La iglesia militante no es la iglesia triunfante, y la tierra no es
el cielo. La iglesia está compuesta de hombres y mujeres falibles,
imperfectos, que no son sino aprendices en la escuela de Cristo, para
ser instruidos, disciplinados, educados, para esta vida y para la vida
[63]
futura, inmortal.—ST Enero 4, 1883.
Algunas personas parecen pensar que al entrar en la iglesia serán
cumplidas sus expectativas, y hallarán solamente personas puras y
perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros
de la iglesia, dicen: “Nosotros abandonamos el mundo para no tener
ninguna asociación con individuos malos, pero el mal se halla aquí
también”; y preguntan, como los siervos de la parábola: “¿De dónde,
pues, tiene cizaña?” Pero no necesitamos chasquearnos así, pues
el Señor no nos autoriza a sacar la conclusión de que la iglesia es
perfecta; y todo nuestro celo no nos permitirá tener éxito en lograr
que la iglesia militante sea tan pura como la iglesia triunfante.—
Testimonios para los Ministros, 47 (1893)
.