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Eventos de los Últimos Días
las llamas de la venganza divina, así estas orgullosas estructuras se
convertirán en ceniza... Los deleitables monumentos de la grandeza
de los hombres se harán polvo aun antes que venga la última gran
destrucción sobre el mundo.—
Mensajes Selectos 3:478-479 (1901)
.
Dios está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han
llegado a ser semejantes a las del mundo antediluviano y a Sodoma
y Gomorra... Las costosas mansiones, maravillas arquitectónicas,
serán destruidas sin previo aviso cuando el Señor vea que sus ocu-
pantes han traspasado los límites del perdón. La destrucción causada
por el fuego en los imponentes edificios que se suponen son a prue-
ba de incendios, es una ilustración de cómo, en un momento, los
edificios de la tierra caerán en ruinas.—
Cada Día con Dios, 152
(1902)
.
Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen
millones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la
firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho
saber que a pesar de su insólita firmeza y su costosa imponencia,
esos edificios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén.—
Comentario Bíblico Adventista 5:1074 (1906)
.
La ciudad de Nueva York
Dios no ha ejecutado su ira sin misericordia. Todavía se extiende
su mano. Debe darse su mensaje en el Gran Nueva York. La gente
debe ver cómo Dios, por un toque de su mano, puede destruir las
propiedades que han reunido para enfrentar el último gran día.—
[116]
Manuscript Releases 3:310-311 (1902)
.
No tengo luz en particular respecto a lo que viene sobre Nueva
York; sólo sé que un día los grandes edificios serán derribados por
el poder trastornador de Dios... La muerte llegará a todas partes.
Esta es la razón por la cual me siento tan ansiosa de que nuestras
ciudades sean amonestadas
.—RH, 5 de julio de 1906.
Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar
una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo.
Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores
eran garantizados incombustibles...
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de
incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados