Página 105 - El Evangelismo (1994)

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Capítulo 6—El esfuerzo público
El mensaje de nuestra verdad presente
Hemos de alcanzar grandes congregaciones
—Debemos hacer
esfuerzos para reunir grandes congregaciones a fin de que escuchen
las palabras del ministro evangélico. Y los que predican la Palabra
del Señor deben decir la verdad. Deben traer a sus oyentes, por así
decirlo, al pie del Sinaí, para que escuchen las palabras habladas por
Dios en medio de escenas de pavorosa grandiosidad.—
Carta 187,
1903
.
Dad a la trompeta un sonido certero
—Los que presentan la
verdad no han de entrar en controversia. Han de predicar el Evangelio
con tal fe y fervor que se despierte interés. Por las palabras que
hablen, las oraciones que ofrezcan y la influencia que ejerzan, han
de sembrar las semillas que llevarán frutos para la gloria de Dios. No
ha de haber incertidumbre. La trompeta ha de dar un sonido certero.
Debe llamarse la gente al mensaje del tercer ángel. No obren los
siervos de Dios como hombres que duermen sino como hombres
que se preparan para la venida del Señor.—
The Review and Herald,
2 de marzo de 1905
.
La proclamación de la verdad es nuestra obra
—En un senti-
do muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados
en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido
confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que
perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa.
Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar
los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra
obra puede ser comparada con ésta y nada debe desviar nuestra
atención de ella.
Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más
solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales. Nuestra
tarea consiste en proclamarlas. El mundo debe ser amonestado, y el
pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido...
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