Página 108 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
pueden ser interesadas por medio de esfuerzos comunes. Los pas-
tores señalados por Dios hallarán necesario poner a contribución
esfuerzos extraordinarios a fin de cautivar la atención de las multitu-
des. Y cuando tengan éxito en la tarea de reunir una gran cantidad de
personas, deben presentar mensajes de un carácter tan extraordinario
que la gente sea despertada y amonestada. Deben hacer uso de todos
los medios que puedan ingeniarse para hacer resaltar la verdad en
forma clara y distinta.—
Testimonies for the Church 9:109 (1909)
.
Idead planes nuevos e inusitados
—Estudie, haga planes e idee
métodos todo obrero en la viña del Maestro, para alcanzar a la gente
donde está. Debemos hacer algo que salga de la rutina ordinaria. De-
bemos cautivar la atención. Debemos manifestar un fervor implaca-
ble. Estamos al borde mismo de tiempos de pruebas y perplejidades
que apenas imaginamos.—
Carta 20, 1893
.
Cristo empleó diversos métodos
—De los métodos de trabajo
de Cristo, podemos aprender muchas lecciones valiosas. El no siguió
un solo método; de diversas maneras trató de captar la atención de
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las multitudes; y entonces les proclamó las verdades del Evangelio.—
The Review and Herald, 17 de enero de 1907
.
Su sencillez y sinceridad atraían a grandes multitudes
Variaba sus mensajes de misericordia para adaptarlos a su auditorio.
Sabía “hablar en sazón palabra al cansado” porque la gracia se de-
rramaba de sus labios, a fin de inculcar a los hombres los tesoros
de la verdad de la manera más atrayente. Tenía tacto para tratar con
los espíritus llenos de prejuicios, y los sorprendía con ilustraciones
que conquistaban su atención. Mediante la imaginación, llegaba al
corazón. Sacaba sus ilustraciones de las cosas de la vida diaria, y
aunque eran sencillas, tenían una admirable profundidad de signifi-
cado. Las aves del aire, los lirios del campo, las semillas, el pastor
y las ovejas, eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad
inmortal; y desde entonces, siempre que sus oyentes veían estas
cosas de la naturaleza, recordaban sus palabras. Las ilustraciones de
Cristo repetían constantemente sus lecciones.
Cristo nunca adulaba a los hombres. Nunca dijo algo que pudiese
exaltar su fantasía e imaginación, ni los alababa por sus hábiles
invenciones; pero los pensadores profundos y sin prejuicios recibían
su enseñanza, y hallaban que probaba su sabiduría. Se maravillaban
por la verdad espiritual expresada en el lenguaje más sencillo. Los