Página 129 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

El esfuerzo público
125
apropiadas y sus palabras encerraban tanta simpatía y gozo, que sus
oyentes quedaban encantados.
Cristo obtenía muchas de sus ilustraciones y lecciones del gran
depósito de la naturaleza. Tomaba un lirio y señalaba a sus oyentes
su sencillez y su admirable belleza. Mostraba el pasto que crecía en
el campo y decía: “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se
echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros?”
Mateo 6:30
. El desea que comprendamos que las cosas de la natu-
raleza constituyen una expresión del amor de Dios, y que, aunque
están manchadas por el pecado, aún nos hablan del hogar edénico
en el que Adán y Eva fueron colocados. El desea que esas cosas nos
recuerden que llegará el tiempo cuando este hogar será restaurado, y
la tierra estará llena de alabanza al Señor.—
Carta 213, 1902
.
El mantenía su interés
—La gente escuchaba las palabras mi-
sericordiosas que brotaban tan libremente de los labios del Hijo de
Dios. Oían las palabras de gracia, tan sencillas y claras que les pare-
cían bálsamo de Galaad para sus almas. El poder sanador de su mano
divina impartía alegría y vida a los moribundos, comodidad y salud
a los que sufrían enfermedades. El día les parecía como el cielo en la
tierra, y no se daban la menor cuenta de cuánto tiempo hacía que no
habían comido... El que enseñaba a la gente la manera de obtener paz
y felicidad se preocupaba tanto de sus necesidades temporales como
de las espirituales. La gente estaba cansada y débil. Había madres
con niños en brazos, y niñitos que se aferraban a sus faldas. Muchos
habían estado de pie durante horas. Habían estado tan intensamente
interesados en las palabras de Cristo, que ni siquiera habían pensado
en sentarse, y la muchedumbre era tan numerosa que había peligro
de que se pisotearan unos a otros. Jesús les daba ahora ocasión de
descansar, invitándolos a sentarse. Había mucha hierba en ese lugar,
y todos podían reposar cómodamente.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 32-34 (1898)
.
Un programa eficaz que mantiene el interés
—Se me mostró
otra escena. Las carpas fueron trasladadas a diferentes lugares du-
rante la época de las reuniones de reavivamiento. Estas reuniones se
llevaron a cabo en diferentes localidades. Estaban dirigidas por hom-
bres capaces y temerosos de Dios que contaban con colaboradores
eficaces. Había reuniones para los niños y reuniones de reavivamien-
to, y se realizaba un esfuerzo ferviente por llevar a la gente a una