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El Evangelismo
podrían llegar a ser representantes de la verdad. Cada día tienen que
progresar. No deberían cercenar su utilidad e influencia albergan-
do defectos en sus modales, tono o lenguaje.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos, 182 (1913)
.
La personalidad del evangelista
—La posición que ocupan
nuestros ministros exige que tengan un cuerpo sano y una mente dis-
ciplanada. El buen criterio, los nervios firmes y una disposición feliz
recomendarán al ministro del Evangelio en cualquier parte. Deben
buscar y cultivar con perseverancia estas cualidades.—
Testimonies
for the Church 3:466 (1875)
.
Asuntos que retienen el interés
La verdad debería embelesar
—No sigan vuestros esfuerzos
los métodos del mundo sino los de Cristo. La ostentación no podrá
realizar la obra que el Señor desea que se haga para despertar a las
clases superiores a la convicción de que han escuchado la verdad.
No despojéis la verdad de su dignidad y de su capacidad para im-
presionar realizando actos introductorios que estén más de acuerdo
con las costumbres del mundo que con las del cielo. Comprendan
vuestros oyentes que no lleváis a cabo las reuniones del domingo de
noche para entretenerlos con música y otras cosas, sino para predi-
carles la verdad en toda su solemnidad, para que sea una advertencia
para ellos y los despierte de su sueño mortal de complacencia de
sí mismos. Es la verdad desnuda la que, como una espada afilada,
corta por ambos lados...
Los obreros que, en su trabajo que realizan para Dios, dependen
de planes mundanos para obtener éxito, irán al fracaso. El Señor pide
un cambio en vuestros métodos de trabajo. El desea que practiquéis
las lecciones enseñadas en la vida de Cristo. Entonces el molde de
Cristo se verá en las reuniones que lleváis a cabo.—
Carta 48, 1902
.
Una enseñanza creadora
—El Príncipe de los maestros procu-
raba llegar hasta la gente por el camino de sus asociaciones más
familiares. Presentaba la verdad en una forma que inducía a sus
oyentes a relacionarla permanentemente con sus recuerdos y simpa-
tías más apreciados. Les enseñaba de tal manera que les hacía sentir
que él se identificaba cabalmente con sus intereses y su felicidad. Su
instrucción era dada en forma tan sencilia, sus ilustraciones eran tan
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