Página 127 - El Evangelismo (1994)

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El esfuerzo público
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Orad con sincera sencillez
—No necesitamos hacer largas ora-
ciones en público. Con sincera sencillez debemos declarar nuestras
necesidades al Señor, y reclamar sus promesas con tal fe y confian-
za, que la congregación sepa que hemos aprendido a prevalecer en
oración con Dios. Los hermanos se sentirán animados a creer que la
presencia del Señor está en la reunión, y abrirán sus corazones para
recibir su rica bendición. Su fe en vuestra sinceridad será aumentada,
y estarán listos para escuchar con oídos dispuestos la instrucción
dada por el predicador.—
Manuscrito 127, 1902
.
Movimientos apresurados y precipitados
—El Señor os dio
vuestra obra, no para ser hecha de una manera precipitada, sino en
una forma tranquila y mesurada. El Señor nunca exige movimientos
precipitados y complicados.—
Testimonies for the Church 8:189
(1904)
.
Evitad lo grotesco
—No podemos ser pastores del rebaño a me-
nos que seamos despojados de nuestros propios hábitos, modales
y costumbres peculiares, y seamos transformados a la semejanza
de Cristo. Cuando comamos su carne y bebamos su sangre, los ele-
mentos de la vida eterna se encontrarán en el ministerio. No habrá
un acopio de ideas añejas repetidas a menudo. Habrá una nueva
percepción de la verdad.
Algunos que se presentan en el púlpito hacen que los mensajeros
celestiales que se hallan en el auditorio se avergüencen. El precioso
Evangelio, que ha costado tanto traer al mundo, es maltratado. Hay
una forma de hablar común y barata; actitudes grotescas y movi-
mientos extraños del rostro. Algunos hablan en forma muy rápida, y
otros tienen una enunciación densa e indistinta. Todo el que ministra
a la gente debe sentir que tiene el solemne deber de examinarse a
sí mismo. Debe entregarse primeramente él mismo al Señor en una
completa renuncia propia, determinado a no tener nada del yo, sino
la totalidad de Jesús.—
Testimonios para los Ministros, 344, 345
(1896)
.
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Descártense los ademanes inconvenientes y el lenguaje tos-
co
—El que trabaja para Dios debe hacer esfuerzos fervientes para
llegar a ser representante de Cristo, descartando todos los adema-
nes inconvenientes y el lenguaje tosco. Debe esforzarse por usar un
lenguaje correcto. Hay una clase numerosa que manifiesta descuido
en su manera de hablar, cuando por atención cuidadosa y esmerada,