Página 132 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Después de un corto discurso, cambiad el orden de los ejerci-
cios, y dad oportunidad a todos los que lo deseen, para participar
de una entrevista, o clase bíblica, donde puedan hacer preguntas
sobre los temas que los preocupan. Hallaréis grande éxito en re-
lacionaros estrechamente con la gente en estas lecciones bíblicas.
Los obreros que trabajan en relación con los ministros deben hacer
esfuerzos especiales con paciencia y bondad para guiar a los que
tienen preguntas a una comprensión de la verdad.
Si no tenéis más que uno solo a quien instruir, éste, completa-
mente convencido, comunicará la luz a los demás. Estas verdades
decisivas son de tan grande importancia que pueden ser presentadas
en forma repetida e impresionadas en la mente de los oyentes.—
[116]
Special Testimonies, Series A 7:7 (1874)
.
Una oportunidad para hacer preguntas
—Cuandoquiera que
sea posible, todo discurso importante debe ser seguido de un estudio
bíblico. Aquí pueden aplicarse los puntos que han sido presenta-
dos, pueden hacerse preguntas e inculcarse ideas correctas. Debe
dedicarse más tiempo a educar pacientemente a la gente, dándole
oportunidad de expresarse. Lo que los hombres necesitan es instruc-
ción, línea sobre línea, precepto sobre precepto.
Deben realizarse también reuniones especiales en favor de aque-
llos que se interesan en las verdades presentadas y que necesitan
instrucción. Debe invitarse a las reuniones a esta gente, y todos, tanto
los creyentes como los no creyentes, deben tener la oportunidad de
hacer preguntas sobre puntos que no se comprendan plenamente.
Dad a todos la oportunidad de hablar de sus perplejidades, porque
las tendrán. En todos los sermones, y en todos los estudios bíblicos,
haced que la gente vea que sobre todo punto se da un claro “Así dice
el Señor”, para sostener la fe y las doctrinas que defendemos.
Este era el método de enseñanza de Cristo. Cuando él hablaba
a la gente, sus oyentes hacían preguntas con respecto a lo que él
quería decir. A los que humildemente buscaban la luz, él siempre
estaba listo para explicarles sus palabras. Pero Cristo no animaba
la crítica ni las sutilezas, ni debemos hacerlo nosotros. Cuando los
hombres tratan de provocar una discusión sobre puntos de doctrina
controvertidos, decidles que la reunión no se ha convocado para ese
propósito.