Página 163 - El Evangelismo (1994)

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El mensaje y su presentación
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La eficacia de la sangre de Cristo tenía que ser presentada al
pueblo con poder renovado para que su fe pudiera echar mano de
los méritos de esa sangre...
Durante años la iglesia ha estado mirando al hombre, y espe-
rando mucho del hombre en lugar de mirar a Jesús, en quien se
cifran nuestras esperanzas de vida eterna. Por eso Dios entregó a
sus sieryos un testimonio que presentaba con contornos claros y
distintos la verdad como es en Jesús, que es el mensaje del tercer
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ángel.—
Testimonios para los Ministros, 91-93 (1896)
.
Cristo versus las penitencias
—Cuando se predica convenien-
temente el mensaje del tercer ángel, su proclamación tiene poder y
éste se convierte en una influencia permanente. Tiene que contar con
el poder divino o de lo contrario no realizará nada...
Las penitencias, las mortificaciones de la carne y la confesión del
pecado, sin un arrepentimiento sincero; los ayunos, las festividades y
las observancias exteriores, sin estar acompañadas de una verdadera
devoción—todo esto carece absolutamente de valor. El sacrificio de
Cristo es suficiente, porque él ofreció delante de Dios una ofrenda
completa y eficaz; y el esfuerzo humano sin los méritos de Cristo,
es sin valor...
No se comprende que el plan de salvación es el medio por el cual
se proporciona al hombre el poder divino a fin de que su esfuerzo
humano pueda tener un éxito completo...
Sin el proceso transformador que se produce mediante el poder
divino, las propensiones originales hacia el pecado permanecen en
el corazón con toda su fuerza, a fin de fraguar nuevas cadenas que
impongan una esclavitud que nunca pueda ser rota por el esfuerzo
humano.—
The Review and Herald, 19 de agosto de 1890
.
Un mensaje de la verdad presente
—Agradecemos a Dios de
todo corazón porque tenemos una luz preciosa que presentar delante
de la gente, y nos regocijamos porque poseemos para este tiempo un
mensaje que es la verdad presente. Las buenas nuevas de que Cristo
es nuestra justicia han proporcionado alivio a muchísimas almas, y
Dios dice a su pueblo: “Seguid adelante”.—
The Review and Herald,
23 de julio de 1889
.
Un mensaje para las iglesias y los nuevos campos misione-
ros
—Los predicadores han de presentar plenamente a Cristo tanto
en las iglesias como en los campos nuevos, a fin de que los oyentes