Página 165 - El Evangelismo (1994)

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El mensaje y su presentación
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Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral
de grandes y solemnes acontecimientos. En nuestro mundo, todo
está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por
la cual el Salvador anunció los acontecimientos que preceden su
venida: “Y oiréis guerras, y rumores de guerras... Se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres,
y terremotos por los lugares”.
Mateo 24:6, 7
.
El momento actual es de interés para todos los que viven. Los
gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de con-
fianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las
clases, tienen fija su atención en los acontecimientos que se producen
en derredor nuestro. Observan las relaciones que existen entre las
naciones. Observan la intensidad que se apodera de todo elemento
terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer,
que el mundo se encuentra en víspera de una crisis estupenda.
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La Biblia, y tan sólo la Biblia presenta una visión correcta de
estas cosas. En ella se revelan las grandes escenas finales de la
historia de nuestro mundo, acontecimientos que ya se anuncian, y
cuya aproximación hace temblar la tierra y desfallecer los corazones
de los hombres.—
La Historia de Profetas y Reyes, 394 (1916)
.
Tocad la trompeta con un sonido afinado
—Hay muchas per-
sonas que no comprenden las profecías que se refieren a estos días,
y por lo tanto deben ser ilustradas. Es el deber de los centinelas y
los laicos dar a la trompeta un sonido certero. Manifestad fervor;
“clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta,
y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”.
Isaías 58:1
.—
Carta 1, 1875
.
Acumulad las nítidas verdades proféticas
—Los peligros de
los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro trabajo hemos de
amonestar a la gente acerca del peligro en que está. No se dejen sin
tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado. Si nuestros
hermanos estuvieran despiertos, aunque fuera a medias, si se dieran
cuenta de la cercanía de los sucesos descriptos en el Apocalipsis, se
realizaría una reforma en nuestras iglesias, y muchos más creerían
el mensaje.
No tenemos tiempo que perder; Dios nos pide que velemos por
las almas como quienes han de dar cuenta. Presentad nuevos princi-
pios, y acumulad la clara verdad. Ella será como espada de doble