Página 175 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

El mensaje y su presentación
171
pues, ¿no es él un embajador de Cristo, que lleva un mensaje divino
a las almas que perecen? Toda broma y chanza, toda ligereza y
frivolidad, es dolorosa para el discípulo que lleva la cruz de Cristo.
Siente el gran peso de la preocupación que tiene por las almas.
Constantemente su corazón se derrama en oración a Dios en busca
del don de su gracia, para que pueda ser un fiel mayordomo. Ora
para ser mantenido puro y santo, y luego rehúsa precipitarse con
descuido en el terreno de la tentación.
Presta oídos al mandato: “Como aquel que os ha llamado es
santo, sed también vosotros santos en toda conversación: Porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”... Manteniéndose
cerca de su Maestro, recibe sus palabras para hablar a la gente.
Elevando como Cristo eleva, amando como Cristo ama, trabajando
como Cristo trabaja, anda haciendo bien. Lucha con todo su poder
para la propia superación, a fin de que por precepto y por ejemplo
pueda conducir a otros a una vida más pura, más alta y más noble.—
The Review and Herald, 21 de enero de 1902
.
Dejad una impresión solemne
—Los ministros no han de pre-
dicar las opiniones de los hombres, no han de relatar anécdotas o
realizar representaciones teatrales, no han de exhibir el yo; mas,
como si estuvieran en la presencia de Dios y del Señor Jesucristo,
han de predicar la Palabra. No introduzcan liviandad en la obra del
[155]
ministerio, sino prediquen la Palabra de una manera que deje la
más solemne impresión en los que la escuchen.—
The Review and
Herald, 28 de septiembre de 1897
.
Impresionad con el carácter de la verdad
—Es la voluntad de
Dios que todas las partes de su servicio de culto se lleven a cabo
en forma ordenada y decorosa, porque así se influirá tanto sobre los
visitantes como los asistentes habituales con el carácter elevado y
ennoblecedor de la verdad y con su poder para limpiar el corazón.
En su providencia, Dios causa impresiones sobre la gente para
que asista a nuestras reuniones evangelizadoras y a los servicios de
culto de la iglesia. Algunos van por curiosidad y otros para criticar
o ridiculizar. Con frecuencia adquieren la convicción de que son
pecadores. La Palabra hablada con amor realiza una impresión per-
durable sobre ellos. Con cuánto cuidado, entonces, hay que dirigir
esas reuniones. Las palabras pronunciadas deben tener autoridad
para que el Espíritu Santo pueda grabarlas en las mentes. El ora-