Página 186 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

182
El Evangelismo
completamente inútiles, como vanidades. ¿Qué hemos de hacer con
las vanidades del mundo, sus alabanzas, sus riquezas, sus honores, o
sus placeres?
Somos peregrinos y extranjeros que esperamos la bienaventurada
esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, y oramos por ella. Si creemos esto y lo manifestamos
en nuestra vida práctica, ¡qué acción vigorosa inspirarán esta fe y
esta esperanza; qué ferviente amor mutuo; qué vida cuidadosa y
santa para la gloria de Dios; y en el respeto que manifestemos por la
remuneración, qué nítidas líneas de demarcación nos distinguirán
con evidencia del mundo!—
Manuscrito 39, 1893
.
Mantenedla ante la gente
—La verdad de que Cristo viene debe
ser mantenida ante toda mente.—
Carta 131, 1900
.
Debe cuidarse de no establecer fechas
—Los tiempos y las
sazones son del dominio exclusivo de Dios. ¿Y por qué no nos ha
dado Dios este conocimiento? Porque no haríamos un uso correcto
[165]
de él si nos lo diera. De este conocimiento resultaría un estado de
cosas tal entre nuestros hermanos que retardaría grandemente la obra
de Dios de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran
día que ha de venir. No hemos de embarcarnos en especulaciones
con respecto a los tiempos y las sazones que Dios no ha revelado.
Jesús dijo a sus discípulos que velaran, pero no respecto a un tiempo
definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que
escuchan las órdenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar
y trabajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor;
pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo;
pues “del día y hora nadie sabe”. No podéis decir que él vendrá de
aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su
venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años...
No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del
Espíritu Santo ni de la venida de Cristo.—
The Review and Herald,
22 de marzo de 1892
.
La verdad acerca del santuario
El fundamento de nuestra fe
—La correcta comprensión del
ministerio del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe.—
Carta 208, 1906
.