Página 252 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
todo de Cristo es el mejor para hacer frente a vuestros oponentes.
Fortalecemos sus argumentos cuando repetimos lo que ellos dicen.
Manteneos en la afirmativa. Puede ser que el mismo hombre que
se os está oponiendo llevará vuestras palabras a su hogar, y será
convertido a la sensible verdad que ha llegado a su comprensión.
A menudo he dicho a nuestros hermanos: Vuestros oponentes
harán declaraciones, acerca de vuestro trabajo, que son falsas. No
repitáis sus declaraciones, antes bien mantened vuestras afirmacio-
nes respecto de la verdad viviente; y los ángeles de Dios abrirán el
camino delante de vosotros. Tenemos una gran obra que llevar ade-
lante, y debemos hacerla avanzar de una manera razonable. Nunca
nos excitemos ni permitamos que surjan malos sentimientos. Cristo
no lo hizo, y él es nuestro ejemplo en todas las cosas. Pues la obra
que se nos ha dado para hacer necesita mucho más de la sabiduría
celestial, santificada y humilde, y mucho menos del yo. Necesita-
mos aferrarnos firmemente del poder divino.—
Testimonies for the
Church 9:147, 148 (1909)
.
Cuidad las palabras al tratar con la oposición
—Cuando tra-
táis con la oposición, corréis el riesgo de tomar represalias contestan-
do con acritud, si no sois constantemente enternecidos y subyugados
por la contemplación de Cristo, y si no oráis: “Sé tú mi modelo”.
La contemplación constante de Jesús, la aprehensión de su Espíritu,
habilitará para presentar la verdad tal como es en Jesús...
El amor debe ser el elemento predominante en nuestro trabajo.
Cada orador, cuando habla a personas que no tienen las mismas
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creencias que nosotros, debe guardarse de realizar declaraciones
que puedan parecer severas o que puedan ser consideradas como un
juicio. Presentad la verdad, y dejad que la verdad, el Espíritu Santo
de Dios, actúe como un censor, como un juez; pero que vuestras
palabras no mortifiquen ni hieran el alma...
No pronunciéis ninguna palabra irritante. Guardad para vosotros
mismos todos los discursos incisivos que pensáis presentar. Sed
leales como el acero a los principios, sed sabios como la serpiente,
pero inofensivos como la paloma. Si no queréis que vuestras palabras
hieran a otros debéis hablar solamente las palabras que estáis seguros
que no serán duras, frías ni severas... De toda la gente del mundo los
reformadores deberían ser los más abnegados, los más bondadosos