Página 276 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
no deben ser pasados por alto. “He aquí que su salario viene con él,
y su obra delante de su rostro”. En el día del ajuste final de cuentas,
Dios computará con justicia el valor de sus siervos, y recompensará
a cada hombre de acuerdo con las obras que haya hecho. Dios ha
tomado nota de la vida de los obreros abnegados, que se sacri fican
a sí mismos y que han realizado la obra en los campos difíciles.
Estas son cosas que habéis de considerar. El Señor no se agrada
de sus siervos cuando se adjudican el crédito a sí mismos. En nues-
tros años maduros, seamos justos, y no nos apropiemos de lo que
pertenece a los demás. Se necesitaron años para realizar la obra que
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ha sido hecha, y un grupo tras otro de nobles obreros han hecho su
parte en ella.—
Carta 204, 1907
.
Limitando a Dios con nuestra actitud
—El Señor quiere hacer
grandes cosas por los obreros, pero sus corazones no son humildes.
Siendo esto así, si el Señor trabajase por medio de ellos, se ensalza-
rían a sí mismos, se llenarían de amor propio y desacreditarían a sus
hermanos.—
The Review and Herald, 12 de julio de 1887
.
Por qué no hay éxito
—La causa del comparativamente escaso
éxito de la obra evangélica, a pesar de que ésta cuenta con recursos
ilimitados, hay que buscarla en el orgullo de la sabiduría mundana y
en la ambición mundana por ocupar el primer lugar. Nuestro Salva-
dor manifestó gozo en su espíritu y dio gracias a Dios al considerar
cómo el valor de la verdad, aunque está oculto a los sabios y los
prudentes, es revelado a las criaturas—a los que comprenden su
debilidad y sienten su dependencia de él.—
Manuscrito 118, 1902
.
La recompensa de la obra de salvar almas
—Se dará una rica
recompensa a los verdaderos obreros, que colocan todo lo que tienen
en la obra. No existe una bendición mayor de este lado del cielo
que la que se experimenta al ganar almas para Cristo. El gozo llena
el corazón de los obreros que comprenden que este gran milagro
nunca podría haberse obrado por medio de los agentes humanos,
sino solamente por medio de Aquel que amó a las almas hasta
la muerte. La presencia divina está muy cerca de todo verdadero
obrero, induciendo a las almas al arrepentimiento. Así se forma la
hermandad cristiana. El obrero y las personas por quienes él trabaja,
son tocados por el amor de Cristo. El corazón toca el corazón, y
la fusión de alma con alma es como la relación celestial entre los
ángeles ministradores.—
Manuscrito 36, 1901
.
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