Página 285 - El Evangelismo (1994)

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La confirmación y retención de los nuevos conversos
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los asuntos esenciales, aunque esto significase menos miembros
añadidos a la iglesia por su trabajo.
Los ministros deben enseñar a las personas por quienes trabajan
la importancia de llevar cargas en relación con la obra de Dios. Estas
deberían aprender que cada departamento de la obra de Dios debería
contar con su apoyo y despertar su interés. El gran campo misionero
está abierto para los hombres, y este tema debería ventilarse vez tras
vez. La gente debe comprender que los que poseerán la vida eterna
no serán los oyentes de la Palabra sino los que cumplen la Palabra.
A nadie se exceptúa de esta obra de beneficencia. Dios requiere de
todos los hombres a los que ha impartido los dones de su gracia que
no sólo colaboren con sus recursos materiales en la tarea de hacer
frente a las exigencias del momento y de promover con éxito su
verdad, sino además les pide que se entreguen ellos mismos a Dios
sin reserva alguna...
El ser desprendido no es un rasgo del corazón natural; hay que
enseñar a la gente, línea sobre línea y precepto sobre precepto có-
mo debe trabajar y cómo debe dar en armonía con lo que Dios ha
establecido.—
The Review and Herald, 12 de diciembre de 1878
.
El desarrollo de nuevas actitudes hacia la obra de Dios
Cuánto dinero se gasta en cosas que no son más que ídolos, cosas
que ocupan los pensamientos y los afectos, pequeños adornos que
requieren atención para ser mantenidos libres de polvo y para ser
colocados en orden. Los momentos pasados en cuidar de estos
pequeños ídolos podrían emplearse en decir palabras oportunas a
alguna persona, en despertar interés en la gente hasta que pregunte:
“¿Qué debo hacer para ser salvo?” Estas cositas insumen un tiempo
que debería dedicarse a la oración, a la búsqueda del Señor y a la
aprehensión de las promesas por medio de la fe...
Cuando veo lo que podría hacerse en los países donde ahora
me encuentro, mi corazón arde dentro de mí por demostrar a los
que profesan ser hijos de Dios cuánto dinero están malgastando en
vestidos, en muebles costosos, en placeres egoístas y en paseos, que
sirve únicamente para producir complacencias egoístas. Todo esto
está insumiendo los bienes del Señor, y está haciendo que se usen
para complacer el yo los recursos que son suyos y que deberían
dedicarse a su servicio.—
Carta 42a, 1893
.