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El Evangelismo
Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day
Adventist, 128, 129 (1886)
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Hasta los confines de la tierra
—La luz de la verdad ha de
resplandecer hasta los confines de la tierra. Una luz cada vez mayor
resplandece con brillo celestial del rostro del Redentor sobre sus
representantes, para ser difundida en las tinieblas de un mundo
sumido en la noche. Como colaboradores suyos, oremos por la
santificación de su Espíritu, para que podamos resplandecer con
brillo cada vez mayor...
Nuestros esfuerzos no deben limitarse a unos pocos lugares
donde la luz ha llegado a ser tan abundante que ya no se aprecia. El
mensaje evangélico debe ser proclamado a todas las naciones, tribus,
lenguas y pueblos.—
Joyas de los Testimonios 3:223 (1904)
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Debe circundar el mundo
—Dios ha capacitado a su pueblo
para que ilumine el mundo. Ha confiado a los hombres facultades que
los habilitan para extender y realizar una obra que ha de circundar
el mundo. En todas partes hay que establecer sanatarios, escuelas,
imprentas y otros medios de trabajo.
Pero esta obra aún no se ha realizado. En los países extranjeros
hay que iniciar y hacer progresar muchas empresas que requieren
recursos financieros. La apertura de restaurantes higiénicos y el
establecimiento de sanatorios para la atención de los enfermos y los
dolientes, constituye una necesidad tanto en Alemania como lo es en
los Estados Unidos. Hagan todos lo mejor que puedan, gloriándose
en el Señor, y bendiciendo a otros por medio de sus buenas obras.
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Cristo colabora con los que se ocupan en la obra misionera
médica. Quienes, desinteresadamente, hagan todo lo posible por
fundar sanatorios y salas de tratamientos en muchos países serán
recompensados abundantemente. Los que visiten esas instituciones
recibirán beneficio físico, mental y espiritual. Los que están fatigados
cobrarán nuevas fuerzas, los enfermos recuperarán la salud, y los
que están agobiados por el pecado hallarán alivio. En países lejanos
se oirán expresiones de agradecimiento pronunciadas por personas
cuyos corazones han sido apartados de la servidumbre del pecado
y llevados hacia la justicia. Sus himnos de agradecida alabanza
constituirán un testimonio que ganará a otras almas a la verdad.—
Carta 121, 1902
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