Página 353 - El Evangelismo (1994)

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La proclamación del mensaje en otros continentes
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que hablar al aire libre He hecho esto dos domingos de tarde y con
buenos resultados...
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Tenemos la localidad de Auburn, a doce kilómetros de Cooran-
bong, donde han conseguido una iglesia en la que tendré que hablar
tan pronto como disponga de tiempo para ello, y esto será el do-
mingo próximo, o una semana después. Si no nos hubiesen dado
permiso para hablar en esa iglesia habríamos tenido que reunirnos
al aire libre.—
Carta 76, 1899
.
Experiencia en las zonas rurales
—Ahora estamos teniendo
reuniones al aire libre. Hace poco hablé dos veces a noventa personas
en Dora Creek, un lugar que dista cinco kilómetros de Cooranbong,
y hace dos semanas hablé en Martinsville a sesenta personas, en un
potrero. Se prepararon asientos con tablas dispuestas en semicírculo.
Algunos colocaron alfombras sobre el pasto y se sentaron en ellas, y
otros escuchaban desde carros dispuestos al otro lado del cerco.
No hay otra forma de alcanzar a esta gente, a no ser por medio de
reuniones al aire libre. Al parecer algunos manifiestan un profundo
interés. Ahora hay dos o tres que están por decidirse, y el campo
maduro está listo para la cosecha. A menos que nos esforcemos
decididamente por salir de nuestro círculo inmediato para encontrar
a la gente donde ésta se halla, perderemos la salvación de muchas
almas.
No tenemos ni la menor probabilidad de entrar en las iglesitas
perdidas en el monte. Se nos ha rehusado toda oportunidad de ha-
blar a la gente en esta forma. Pero en el gran templo de Dios, al
aire libre, donde el cielo es nuestro techo y la tierra nuestro piso,
podemos conseguir oyentes que de otra manera no acudirían a es-
cuchar. Sentimos agudamente la necesidad de elevar las normas de
la verdad en estos lugares. La gente no tiene pastor. La iglesia del
estado de Cooranbong permanece cerrada semana tras semana, y
la gente no oye predicación alguna. Vemos que hay una gran obra
que debe realizarse en los lugares alejados, al aire libre. Tengo un
compromiso para celebrar una reunión de esta índole el próximo
domingo de tarde en Dora Creek. Ahora tenemos dos lugares donde
llevamos a cabo esta clase de reuniones.—
Carta 79, 1899
.
Alcanzando a los que no entrarían en un salón
—Veo que hay
tanto por hacer. No veo ningún lugar donde pueda dejar de trabajar.
Las almas perecen y debo ayudarlas. Hablo en la iglesia y fuera de