Página 362 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
El ministro y su esposa
—Vigilad el rastro de las almas. Ma-
nifestad tacto y habilidad cuando visitáis a las familias. Orad con
ellas y por ellas. Llevadles la verdad con gran ternura y amor, y
seguramente tendréis recompensas. Si el ministro y su esposa pue-
den ocuparse juntamente en esta obra, debieran hacerlo.—
Carta 18,
1898
.
Visitas evangélicas
Atended el interés
—Un ministro puede gozarse en sermonear;
porque es la parte placentera del trabajo y es comparativamente fácil;
pero ningún ministro debe ser aquilatado por su habilidad como
predicador. La parte más dura viene después que deja el púlpito, al
regar la semilla sembrada. El interés despertado debe ser cultivado
por un esfuerzo personal: visitando, realizando estudios bíblicos,
enseñando cómo investigar las Escrituras, orando con las familias y
personas interesadas, tratando de profundizar la impresión hecha en
los corazones y las conciencias.—
Testimonies for the Church 5:255
(1885)
.
Las respuestas a las preguntas
—Ningún pastor está suficien-
temente equipado para su obra si no sabe cómo hacer frente a la
gente en sus hogares y relacionarse estrechamente con sus necesi-
dades. Debe permitirse a la gente hacer preguntas con respecto a
los temas presentados que parecen serle oscuros. La luz de Dios
ha de ser traída ante su visión. Cuán a menudo, cuando esto se ha
hecho, y el ministro ha podido contestar sus preguntas, un diluvio
de luz inunda una mente entenebrecida, y los corazones resultan
consolados juntamente con la fe del Evangelio. Esta es la manera en
que hemos de trabajar para proyectar la luz en las mentes de los que
buscan un conocimiento del camino de salvación.—
The Review and
Herald, 19 de abril de 1892
.
Preparemos obreros que atiendan el interés
—Algunos deben
estar preparándose ahora, mientras se hallan relacionados con voso-
tros, de manera que si fuerais llamados a algún otro lugar, pudieran
continuar ejerciendo una influencia que atraiga a las personas. Ore-
mos sobre este asunto. Debemos orar, trabajar y creer. El Señor es
nuestra eficiencia.—
Carta 376, 1906
.