Página 370 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
un hombre muerto. Nunca supe lo que era vivir hasta que encontré
la vida que está oculta con Cristo en Dios’.”—
Carta 160, 1903
.
La actuación y los métodos de Elena G. de White para
trabajar por las personas
Una experiencia temprana
—La realidad de una verdadera con-
versión parecía tan sencilla que creía estar ayudando a mis jóvenes
amigas a venir a la luz, y en toda oportunidad ejercía mi influencia
en esa dirección.
Hice planes para realizar reuniones con mis jóvenes amigas,
algunas de las cuales eran considerablemente mayores que yo, y
unas pocas eran personas casadas. Algunas de ellas eran vanas y
frívolas; mi experiencia les sonaba como un cuento ocioso, y no
prestaban oído a mis ruegos. Pero yo resolví que mis esfuerzos no
cesarían nunca hasta que estas amadas almas por las cuales tenía
un interés tan grande, se entregaran a Dios. Varias noches enteras
las pasé en fervorosa oración por aquellas personas a quienes había
buscado y reunido con el propósito de trabajar y orar con ellas.
Algunas de éstas se habían unido a nosotras por la curiosidad
de escuchar lo que yo tenía que decir; otras pensaron que yo estaba
fuera de mí al ser tan persistente en mis esfuerzos, especialmente
cuando no manifestaron preocupación alguna de su parte. Pero
continué exhortando a cada una de las que concurrían a nuestras
pequeñas reuniones, y orando con cada una por separado, hasta que
todas se hubieron entregado a Jesús, reconociendo los méritos de su
amor perdonador. Cada una se convirtió a Dios.
Noche tras noche, en mis sueños, me parecía estar trabajando
por la salvación de las almas. En tales ocasiones se presentaban a mi
mente casos especiales; después trataba de buscar a estas personas
y orar con ellas. En todos los casos, salvo en uno, estas personas
se entregaron al Señor.—
Life Sketches of Ellen G. White, 41, 42
(1915)
.
Veintidós años después de sembrar la semilla
—Después de
haber terminado la reunión [uno de los cultos del congreso de Míchi-
gan], una hermana me tomó sinceramente de la mano, expresando
gran regocijo por encontrarse de nuevo con la Hna. White. Preguntó
si yo recordaba haber visitado una vez una casa de madera en los