Página 399 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

El instructor bíblico
395
Vuestro éxito no dependerá tanto de vuestro saber y talento, como
de vuestra capacidad para conquistar corazones. Siendo sociables y
acercándoos a la gente, podréis reorientar la corriente de sus pensa-
mientos más fácilmente que por el discurso más capaz.—
Obreros
Evangélicos, 201 (1915)
.
La enseñanza y la práctica de los principios
—Estas cosas no
debieran ser enseñadas como una teoría seca. Los que enseñan la
verdad deben practicar sus principios. Únicamente reflejando el
carácter de Dios en la justicia, la nobleza y la abnegación de sus
vidas, pueden impresionar a otros.—
La Educación, 38 (1903)
.
La influencia de la cruz en la salvación de las almas
—La cruz
del Calvario debe levantarse en alto delante de la gente, para que
absorba sus espíritus y concentre sus pensamientos... Los obreros
enviarán al mundo rayos de luz, como agentes vivos que alumbren
la tierra.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 42 (1896)
.
Contestad las preguntas
—La mejor obra que podáis hacer es la
de enseñar, educar. Cuandoquiera que encontréis ocasión de hacerlo,
sentaos con alguna familia, y permitid que sus miembros hagan
preguntas. Luego contestadlas con paciencia y humildad. Llevad a
cabo esta obra en conexión con vuestros esfuerzos más públicos.
Predicad menos, y educad más, dirigiendo estudios bíblicos y orando
con las familias y los grupos pequeños.—
Obreros Evangélicos, 201
(1915)
.
Obra bíblica personal paciente y cabal
—Más de un obrero
fracasa en su obra porque no se acerca a aquellos que más necesitan
su ayuda. Con la Biblia en la mano, debe tratar, de una manera cortés,
de aprender las objeciones que existen en la mente de aquellos que
[354]
empiezan a preguntar: “¿Qué cosa es verdad?” Con cuidado y ternura
debe guiarlos y educarlos, como alumnos en una escuela. Muchos
deben desaprender teorías que durante mucho tiempo creyeron ser
la verdad. A medida que se convencen de que estuvieron en un error
acerca de los temas bíblicos, caen en perplejidad y duda. Necesitan la
más tierna simpatía y la ayuda más juiciosa; deben ser instruidos con
cuidado, y hay que orar por ellos, y velar sobre ellos y guardarlos con
la solicitud más amable.—
Obreros Evangélicos, 198, 199 (1915)
.
Donde hay prejuicio
—Cristo atraía hacia sí los corazones de
sus oyentes por la manifestación de su amor, y luego, poco a poco, a
medida que iban siendo capaces de comprenderlas, desplegaba ante