La evangelización por medio del canto
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Equilibrio debido en el tiempo dado al canto
—Podemos me-
jorar nuestra forma de conducir las reuniones campestres y de reavi-
vamiento, para que todos los que asisten reciban una atención más
directa. Se llevan a cabo algunas reuniones sociales en la carpa
grande, donde todos se reúnen para rendir culto, pero éstas son tan
numerosas que sólo unas pocas personas pueden participar, y mu-
chos hablan con voz tan baja que pocos pueden oírlos... En algunos
casos se dedicó mucho tiempo a cantar. Se cantó un largo himno
antes de la oración, un largo himno después de la oración, y ha
habido mucho canto entremezclado con las actividades del resto
de la reunión. En esta forma se han utilizado indebidamente valio-
sos momentos, y no se ha hecho ni la mitad del bien que habría
podido realizarse si estas preciosas reuniones se hubieran dirigido
debidamente.—
The Review and Herald, 27 de noviembre de 1883
.
Ceremonia y ostentación
—El formalismo y la ceremonia no
constituyen el reino de Dios. Las ceremonias se multiplican y se
tornan extravagantes mientras se pierden los principios vitales del
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reino de Dios. Pero Dios no requiere el formalismo ni las ceremo-
nias. El anhela recibir de su viña frutos en términos de santidad y
abnegación, obras de bondad, misericordia y verdad.
La ropa suntuosa, los cantos elaborados y la música instrumental,
en la iglesia, no invitan a los cantos del coro de ángeles. Estas cosas,
a la vista de Dios son como las ramas de la higuera que no tenían
nada más que hojas ostentosas. Cristo busca frutos y principios
manifestados en bondad, simpatía y amor. Estos son los principios
del cielo, y cuando se manifiestan en las vidas humanas podemos
saber que Cristo ha sido formado en el interior como la esperanza
de gloria. Una congregación puede ser la más pobre de la zona, sin
música ni lucimiento exterior, pero si posee estos principios, los
miembros pueden cantar, porque el gozo de Cristo está en sus almas
y pueden ofrecer esto como una suave ofrenda a Dios.—
Manuscrito
123, 1899
.
Una música aceptable a Dios
—Las cosas superfluas que se han
introducido en el culto en—-deben evitarse decididamente... Dios
acepta la música únicamente cuando por su influencia los corazones
se santifican y se enternecen. Pero muchos que se complacen con la
música no saben lo que significa producir melodías en sus corazones