Página 426 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
El verdadero objetivo de la evangelización médica
Produce una preciosa cosecha
—La obra médica misionera da
oportunidad para llevar adelante con éxito la obra evangélica. Cuan-
do estos ramos de esfuerzo se unen, podemos esperar recoger el
más precioso fruto para el Señor.—
The Review and Herald, 7 de
septiembre de 1905
.
Consolemos, sanemos y aliviemos
—Cristo buscaba a la gente
donde estaba, y colocaba ante las personas las grandes verdades
relativas a su reino. Mientras iba de lugar en lugar, bendecía y
consolaba a los que sufrían, y sanaba a los enfermos. Esta es nuestra
obra. Dios quiere que aliviemos las necesidades de los destituidos.—
Carta 54, 1898
.
La norma de
Isaías 58
—El capítulo cincuenta y ocho de Isaías
contiene verdad presente para el pueblo de Dios. Aquí podemos
ver cómo la obra médica misionera y el ministerio evangélico han
de estar ligados en la presentación del mensaje al mundo. Sobre
los que guardan el día de descanso del Señor se ha colocado la
responsabilidad de hacer una obra de misericordia y de benebolencia.
La obra médica misionera ha de estar ligada con el mensaje y sellada
con el sello de Dios.—
Manuscrito 22, 1901
.
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Los corazones son enternecidos
—El mundo debe tener un an-
tídoto contra el pecado. Cuando los médicos misioneros trabajan
inteligentemente para aliviar el sufrimiento y salvar vidas, los cora-
zones se enternecen. Los que son ayudados se llenan de gratitud.
Cuando los médicos misioneros trabajan en el cuerpo, Dios traba-
ja en el corazón. Las palabras de consuelo que se hablan constituyen
un bálsamo suavizador que proporciona seguridad y confianza. Con
frecuencia el cirujano hábil tendrá la oportunidad de hablar de la
obra que Cristo hizo cuando estuvo en la tierra. Contad a los que
sufren la historia del amor de Dios.—
Manuscrito 58, 1901
.
Restaurad la fe en Dios en el hombre
—Muchos han perdido el
sentido de las realidades eternas, han perdido la semejanza de Dios,
y apenas saben si tienen almas que deben salvar o no. Ni tienen
fe en Dios ni confianza en el hombre. Sus corazones se sienten
conmovidos al ver a alguien que, sin ser inducido por la alabanza
terrenal o por la compensación, entra en sus hogares desdichados
para atender al enfermo, alimentar al hambriento, vestir al desnudo