Página 438 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
había conseguido. “Pero—nos dijo—cuando Ud. nos presentó los
principios de la temperancia en la forma como lo hizo, no pude
resistirlo. Ud. nos habló de la abnegación de Uno que dio su vida
por nosotros. No lo conozco ahora, pero deseo conocerlo. Nunca
he orado en mi casa. Pero ahora he dejado mi tabaco, y hasta ahí es
donde he llegado”.
Oramos con él, y después de separarnos le escribimos una carta
y volvimos a visitarlo. Finalmente se entregó a Dios y ahora se ha
convertido en una columna de la iglesia que funciona en el lugar
donde vive. Está trabajando de todo corazón para llevar a sus amigos
y familiares al conocimiento de la verdad.—
The General Conference
Bulletin, 23 de abril de 1901
.
Victoria por medio de la fe
—En esta obra, todas las clases
serán alcanzadas. Cuando el Espíritu Santo obra entre nosotros, las
almas que no están listas para la venida de Cristo son convencidas
de su culpa. Muchos acuden a nuestras reuniones y se convierten,
aunque durante años no habían asistido a ninguna reunión en iglesia
alguna. La sencillez de la verdad llega a sus corazones. Los adictos
al tabaco sacrifican su ídolo y los bebedores sacrifican su licor. No
podrían hacerlo si no se aferraran por fe a las promesas de Dios que
les ofrecen perdón de sus pecados. La verdad tal como está en la
Palabra se presenta a encumbrados y a humildes, a ricos y a pobres,
y los que aceptan el mensaje llegan a ser obreros con nosotros y
con Dios, y así se constituye una poderosa fuerza para trabajar
armoniosamente. Esta es nuestra obra.—
Manuscrito 3, 1899
.
La evangelización médica en las ciudades
De ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo
—Cristo, el Men-
sajero del pacto, llevó a todos las nuevas de la salvación, a ricos
y a pobres, a libres y siervos. ¡Cómo acudía la gente a él! Venían
de lejos y de cerca en busca de curación. Y él los sanaba a todos.
Su fama como Gran Médico se extendió por toda Palestina, desde
Jerusalén hasta Siria. Los enfermos acudían a los lugares donde
pensaban que él pasaría, a fin de pedirle ayuda, y él los sanaba de
sus enfermedades. También venían los ricos, ansiosos de oír sus
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palabras y de recibir un toque de su mano. Así iba de ciudad en
ciudad, y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y sanando a