Página 445 - El Evangelismo (1994)

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La evangelización y la obra médica
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Un enfoque discreto
—La verdad viva de Dios debe darse a
conocer en nuestras instituciones médicas. Esto no significa que
el médico ni cualquier otro de los obreros tenga que presentar la
verdad a todos. Esa no es la forma de hacer las cosas. La verdad
puede presentarse sin hacer esto. Las enfermeras y los obreros no
deben ir a los pacientes y decirles: “Nosotros creemos en el mensaje
del tercer ángel”. Esa no es su obra, a menos que los pacientes
deseen escuchar, a menos que sus objeciones hayan desaparecido y
sus corazones se hayan enternecido.
Obrad de tal modo que los pacientes vean que los adventistas
son un pueblo con sentido común. Obrad de tal modo que sientan
que la institución es un lugar de descanso. Hay que proclamar la
verdad bíblica, pero no hay que presentar a todos los pacientes puntos
especiales de la verdad. Si os hacen preguntas, entonces dadles las
razones de vuestra fe. En esta forma se hará brillar la luz.
Puede invitarse a los pacientes a nuestras reuniones y allí oirán
la verdad, sabiendo al mismo tiempo que nadie los importunará
para que la acepten. Entonces, cuando salgan del sanatorio y oigan
que alguno dice: “No quiero ir allá para que me obliguen a ser un
adventista”, les dirán que los obreros del sanatorio no importunan a
nadie con la verdad.
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Sería imposible impedir que los pacientes pregunten acerca de
nuestra fe. Hay quienes sienten hambre y sed por la verdad y los tales
la encontrarán. Esta es la razón por la cual queremos que nuestra
institución se establezca de inmediato.—
Manuscrito 111, 1899
.
El testimonio de una vida cristiana consecuente
—Estas ver-
dades sagradas, creídas y practicadas, no deben llevarse en forma
coercitiva sino con el espíritu del Maestro. El Espíritu Santo al-
canzará las mentes nobles y el mejor espíritu de los hombres. En
todos nuestros sanatorios debiera haber hombres que comprendan
la doctrina de la verdad y que puedan presentarla en forma escrita
y hablada. Serán puestos en relación con hombres de mentes nada
mezquinas, y debieran hablarles con el mismo fervor con el que le
hablarían a un hijo único. Debiera ser nuestro propósito, dijo el Se-
ñor, no colocar en posiciones de responsabilidad a hombres que no
estén capacitados por su experiencia, a hombres que no consideren
profundamente la verdad de la Biblia.